martes, 25 de febrero de 2014

CASA TRIANA - ENRIQUE TRIANA URIBE

Nombre del Proyecto: Casa Triana

Nombre del Autor: Enrique Triana Uribe

Por: Mateo Martinez A.

Tradición y Modernidad Monolítica

Pesada y expresiva se halla la Casa Triana sobre el terreno que la acoge. Se trata de un gesto arquitectónico contundente: una sola forma, una sola masa. La naturaleza constituye gran parte del carácter del lugar, no solo a primera vista, sino también en el horizonte. Los cerros y su lógica ascendente parecen guardar una relación estrecha con la casa, la cual también asciende. Se trata de una vivienda construida por un arquitecto que ha hecho parte del conjunto de cambios que se han gestado en el mundo y que se conocen como modernidad. Sin embargo este proyecto parece plantearnos de entrada una visión única de este periodo de grandes cambios.
Ubicada en un sector privilegiado al nororiente de la ciudad de Bogotá, la Casa Triana es susceptible de ser contemplada como el equilibrio entre la influencia de un movimiento internacional que se tradujo en un estilo muy definido, y una serie de valores autóctonos traducidos al campo especifico de la arquitectura. Con respecto a esto anota Jorge A Mejía: “[…] logra construir un lenguaje propio que se encuentra a medio camino entre el racionalismo de la producción en serie y un regionalismo crítico […]”1.

De entrada nos encontramos con una edificación que no está inmersa por completo en un contexto urbano. Apenas tenemos la insinuación de otra vivienda oculta entre los árboles. Podría tratarse de un gesto similar al llevado a cabo por los burgueses durante la revolución industrial, al abandonar los centros de las ciudades en busca de una mejor vida en la periferia. De esta manera es posible afirmar que el vínculo de la casa con aquella incipiente consolidación urbana es muy limitado.
Mostrando en cierta medida el uso de formas geométricas elementales, la casa evidencia la búsqueda por suprimir los elementos decorativos en fachada característicos de movimientos y estilos del pasado. A pesar de que los ángulos que se observan se apartan de la ortogonalidad, la austeridad  del resultado revela la influencia de una modernidad que predica la racionalización de los espacios y su repercusión en las fachadas. Lo anterior, junto con el carácter monolítico del proyecto y el uso de una cubierta en teja de barro da a conocer el eclecticismo característico de esta casa. La sobresaliente chimenea junto con las ventanas verticales hablan de un espacio social, una sala a la cual le ha sido conferida un espacio privilegiado dentro del proyecto. Y es precisamente en el contraste entre lo esencial de las fachadas y la riqueza del interior en donde se observa con claridad una actitud moderna con respecto al habitar. Refiriéndose a esta actitud propia del arquitecto, Juan Carlos Rojas afirma que: “[…] gracias a Enrique, he podido entender que un edificio nunca se impone a un lugar, sino que se subordina a sus condiciones; que el contenido es más importante que el contenedor […]”2. La casa refleja un actitud humanista frente a la concepción del habitar humano debido a que hace uso de una piel sencilla pero sólida que privilegia la calidad de la vida que se gestará en su interior a través de elementos simbólicos tales como la chimenea: el fuego alrededor del cual pasa todo.

1 Mejia, Jorge A. “Enrique Triana, obras y proyectos”. Corporación la Candelaria. Editorial Planeta. 2006. p 17.
2Rojas, Juan C. “Enrique Triana Uribe: todo por una polémica”, Semana, n° 1 221, 26 de octubre de 2005.


¿Modernidad Humana?

Son las 10 de la mañana en Bogotá. Es el año 2006 y aunque es bien sabido que la modernidad ha muerto, su esencia aún está presente en los maestros. Rogelio Salmona se prepara para abordar el proyecto que le ha encargado La Alianza Francesa con el fin de disfrutar de una nueva sede con el toque que solo Salmona le puede imprimir. El arquitecto no tiene certeza, pero presiente que este podría llegar a ser su último proyecto. Germán Samper, bogotano de nacimiento, trabaja en un proyecto de mejoramiento del espacio público en Bucaramanga, y lo hace desde la comodidad de su casa. Irónicamente, el irreverente Fernando Botero, a quien conmueven las curvas y la figuración a pesar de conocer de cerca la abstracción, bandera de la modernidad, se encuentra reflexionando en torno a la familia y la maternidad. (no confundir con modernidad).

Mientras tanto, nuestro personaje, nuestro arquitecto y ciertamente nuestro profesor, se encuentra atendiendo a dos jóvenes en su taller. Su mirada se posa sobre los ojos de sus estudiantes. Alguien, quizás algún colega arquitecto, ha invadido la escena para realizar una llamada, pero esto no logra distraer a nuestro profe quien escucha atentamente las preguntas de los suyos. El espacio en que se encuentran los cuatro es enigmático.

En esta escena observamos con claridad la presencia de un lucernario. Este elemento arquitectónico, que podríamos considerar como de los favoritos de nuestro arquitecto, deja llover la luz del sol sobre los personajes, permitiendo que se vean el rostro sin censura alguna. La lámpara esbelta que contrasta fuertemente con la blancura de la pared, se halla justo bajo el eje del lucernario. No parece un movimiento gratuito, con toda seguridad nuestro profesor la ubicó para señalar su elemento espacial preferido. Luz natural vs. Luz artificial, ¿quién ganará esta pelea por el protagonismo en el mundo moderno? Enrique responde a ésta y a más preguntas fundamentales de la arquitectura y de la vida también.  “Al final, yo sigo pensando que el sol es importante, que la vista de Monserrate me está creando una emoción, que el techo, el cerezo, el pino, el conjunto humano, entre otros, son los que tienen un valor perceptual fundamental en la arquitectura”1.

¿Cómo se llaman los dos estudiantes que buscan en nuestro arquitecto alguna respuesta? Nosotros quizás jamás lo sabremos pero con toda seguridad Enrique lo sabe. ¿Acaso es de un imprudente o un atrevido llamar las ‘cosas’ por su nombre? ¿Qué pensará Enrique de que en el presente texto no se le llame Arquitecto Triana? Ciertamente Charles Edouard Jeanneret Gris prefiere ser llamado El Corbusier, y a pesar de que parezca un gesto ególatra, también puede ser identificado como una búsqueda de individualidad en un mundo moderno e impersonal. ¿Por qué no?

Volviendo sobre la escena observamos una escultura ubicada sobre una figura monolítica. Es racional, abstracta y pesada. Es importante, pero no tan importante como los estudiantes. Está relegada a la parte de atrás del taller y su naturaleza ordenada se ve absorbida por el caos promulgado por los demás objetos en el espacio (planos, libros, cajas, cables, etc.). Aún nuestro invasor, a quien al comienzo otorgamos, tan solo suponiendo, el papel de colega de Enrique, agrega un toque más de humanidad impredecible al cuadro. Ya no cabe duda, en esta historia el importante es el individuo, o más bien los individuos. Que lo diga el mismísimo Enrique, allí, explicando a los suyos de que se trata el taller arquitectónico: “Así mismo, el taller en la universidad lo conduzco como un taller de individuos, porque el individuo es el importante, es el que se expresa”2.

Y, ¿dónde están ahora Rogelio Salmona, German Samper y Fernando Botero? Salmona se halla respondiendo preguntas a una periodista del diario El Tiempo. La sede para la Alianza Colombo Francesa aún no se encuentra terminada, pero al fin y al cabo el importante es el individuo: ¿Por qué no recibir a una que tan solo hace su trabajo? Después de responder a las inquietudes de la mujer, “se despide y dice una cosa más: “No me diga maestro””3. Así es, la modernidad que se percibe en Bogotá parece deshacerse poco a poco de su componente arquitectónico a medida que los ‘grandes maestros’ se van reconociendo como individuos más. German Samper, por su lado, no se queda atrás en la lucha contra la ingenuidad funcionalista de una modernidad que puede ser deshumanizante. Diego Guerreo le hace unas preguntas para la revista Urbana y tras conocer su opinión frente a las ciudades colombianas nos informa que “(…) le preocupan la deshumanización de las ciudades que, sostiene, son hechas para los autos.”4. De escuchar esto Enrique afirmaría una vez más  “el importante es el individuo”. Botero vuelve sobre lo esencial en su vida y en su obra: la familia. Mientras su obra sobre la violencia en Colombia se prepara para ser expuesta en Buenos Aires, el pintor, escultor e individuo responde algunas preguntas a Valeria Shapira, periodista del periódico argentino La Nación. “En el momento en que se hace, el arte no tiene ningún efecto. Pero después, cuando los periódicos ya no hablan de ciertas cosas y mucha gente las olvida, el arte existe como una suerte de acusación permanente. Esa es su fuerza. Si nos acordamos del bombardeo de Guernica, nos acordamos del cuadro de Pablo Picasso”5. Hasta Botero lo sabe, las grandes obras de la modernidad fueron humanas y como humanos, estas también se alejaron de lo urgente para volverse sobre lo importante.

 De la misma manera nuestro arquitecto vuelve sobre lo esencial en la arquitectura, lo esencial en el taller y lo esencial en la vida. Podríamos incluso observar en nuestra escena una familia, una compuesta por un padre que escucha y unos hijos que preguntan. Ya no es el edificio de la Alianza Francesa dando cuenta del toque personal de un arquitecto moderno. Ahora son los individuos, los estudiantes, dando cuenta del toque característico de Enrique. Antes que nuestro arquitecto es nuestro profesor, y antes que nuestro profesor es nuestro individuo.
Enrique Triana brilla hoy como la luz del sol brilla sobre la lámpara de su estudio; brilla como la lámpara de fuego que se enfrenta al sol-bombillo en el Guernica de Picasso. Enrique Triana es un arquitecto moderno, pero antes es un ser humano, uno que llora como el Guernica llora. “Durante una de las reuniones que suelo hacer en casa con mis alumnos, uno de ellos dejó un papelito encima de mi mesa que decía: “Enseñar es tocar el corazón de alguien para siempre”. Claro, ¡lo encontré y llore!” (Conversación con Enrique Triana, 2006)

Referencias:
1.     Urrea Uyabán, Tatiana. Conversaciones de arquitectura colombiana. Ediciones Uniandes. Vol 2 Mayo de 2006. PP. 80
2.     Urrea Uyabán, Tatiana. Conversaciones de arquitectura colombiana. Ediciones Uniandes. Vol 2 Mayo de 2006. PP. 80
3.     Ortiz, María P. "No pienso en la muerte", dijo Rogelio Salmona en una de las últimas entrevistas que concedió. Publicación eltiempo.com. Sección: Cultura y entretenimiento. Fecha de publicación 3 de octubre de 2007.
4.     Guerrero, Diego. “Un Arquitecto a Escala Humana”. Revista URBANA. Edición 51, Diciembre 2011. Pp:61
5.     Shapira, Valeria. “Fernando Botero: pintar la violencia”. Periódico La Nación. Domingo 25 de Junio de 2006.

Tomada por Carolina Jaimes, 2006, Conversaciones de Arquitectura Colombiana, arquitecto Enrique Triana Uribe (1929 Bogotá, Colombia)

MODERNIDAD ECLÉCTICA

La casa que Enrique Triana diseña y construye para él y su familia encierra los contenidos más representativos de la vida y obra del arquitecto. A partir de la relación entre tres miradas diferentes acerca de la obra de Triana se buscará obtener una aproximación integral a la casa como reflejo de unos antecedentes, una formación y una disciplina profesional. A lo largo de este ensayo se reafirmara la relevancia de esta vivienda como declaración de una manera ecléctica y madura de asimilar la profundidad de los contenidos de la modernidad.

Para llevar a cabo una labor de síntesis y argumentación alrededor de la casa y el arquitecto han sido especialmente significativos los textos de Rafael Vega, Lorenzo Fonseca y Jorge A Mejía. Además de estos, han sido tenidas en cuenta una serie de entrevistas hechas tanto al arquitecto como a otros personajes influyentes en su vida. Estos testimonios de artistas y diseñadores revelan la presencia ineludible de un contexto histórico y un espíritu de la época que, en un segundo plano, entretejen los eventos que llevaran a la construcción de la casa vinculándola con un movimiento de eventos, memorias, manifiestos y demás sucesos de la historia.

Una primera mirada a los textos Enrique Triana Arquitecto Moderno y Enrique Triana Obras y Proyectos nos conducirá de entrada a la existencia de unos antecedentes que desembocan en una manera de aproximarse al proyecto arquitectónico. Observamos así como antecedentes que podríamos llamar de carácter internacional se fusionan con unos más cercanos a la vida de nuestro personaje.

Triana nace el 22 de noviembre de 1929 en Bogotá, fecha que de inmediato nos remite a acontecimientos de enorme importancia para la concepción del espacio arquitectónico y el diseño en general. Hablamos de la construcción del pabellón de Barcelona de Mies Van der Rohe, el Sanatorio de Paimio de Alvar Aalto y la Casa Lovell de Richard Neutra entre muchas otras importantes edificaciones modernas. Sin embargo, este año no debe observarse como aquel que presencia una enorme explosión de creatividad e innovación. Por el contrario debe verse como el eslabón de una cadena de eventos que años más adelante llegaría a influenciar el diseño de la Casa Triana. De esta forma no podemos dejar de lado la fundación de la escuela de Bauhaus en 1919 por parte de Walter Gropius, la realización de un nuevo pensum para la escuela y también para la concepción del diseño por parte de Johannes Itten en 1920 y la realización de una silla que es en sí misma un elemento funcional y un manifiesto moderno de estética industrial por parte de Marcel Breuer en 1925.

A este legado debe sumarse aquel que Enrique Triana recibirá por parte de sus antepasados. Con respecto a esto Jorge Mejía afirma que: “Al referirse a unos y otros, sin embargo, Triana prefiere hablar de una estirpe impulsada por una evidente disposición de servicio, más que de una familia distinguida.” (Mejía, pg 16). En este punto se comprende con facilidad como una casa que presenta fachadas blancas y austeras recibe a una familia muy bogotana, y a un arquitecto que la diseña no solo como su nicho personal sino como el lugar donde recibirá a sus estudiantes con el fin de impartir una auténtica lección arquitectónica y humana.

En un segundo momento, los textos que han sido revisados para contemplar la casa en cuestión dirigirán nuestra mirada a la formación de Triana como medio a través del cual la vivienda revela el proceso proyectual. Para esto es necesario entender la formación como la describe el mismo arquitecto en el libro de Rafael Vega al reconocerla como un proceso que se diferencia de aquel de informar. Observamos así como la formación moderna de  Triana coincidió en gran medida con la adquisición de unos principios éticos provenientes de su familia. “[…] muchos de los principios que profesaba el movimiento moderno correspondían con el sistema de valores que me fue inculcado en mi niñez” (cita de Triana en Enrique Triana: Arquitecto Moderno). Gracias a esto, la arquitectura de Triana y en especial su casa reflejaran una profunda comprensión de la modernidad que trasciende los aspectos formales. Silvia Arango describe con claridad como el sistema de valores se transmite al diseño arquitectónico a través de una coherencia con la manera como se vive (Arango en Vega, 2007).

Una vivienda monolítica, blanca y moderna cuyos planos y registro fotográfico revelan conteniendo un mobiliario y una decoración interior que evidencian una herencia, una tradición intelectual y religiosa. Triana definitivamente no reprodujo lo aprendido durante su proceso de formación, pero si lo asimilo y convirtió en suyo propio. “La cubierta inclinada, la utilización de la teja de arcilla y el énfasis en la densidad del muro […] son características opuestas a los paradigmas de techo plano y cerramientos ligeros producto de su formación universitaria, pero hacen parte de su proceso de contextualización con el medio colombiano” (Vega, pg 49).
Una casa que jerarquiza la presencia de una chimenea frente a un espacio social y se extiende hacia al paisaje a través de terrazas ciertamente ha recibido la influencia de arquitecturas modernas tales como la de Frank Lloyd Wright. Sin embargo, en este caso es el carácter ecléctico el que es exaltado.

La formación profesional en arquitectura pone en duda el valor del eclecticismo, especialmente cuando se analiza a través de una mirada corbusiana de lo moderno. A pesar de lo anterior, una mirada a los artistas que junto con Triana recibieron una formación moderna, pero tuvieron que cargarla en un contexto como el colombiano dará cuenta del valor de lo que ha sido llamado peyorativamente ecléctico. “No era mi intención que fuera colombiana, porque yo no trabajo con ese sentido de hacer colombianeidad, pero mi obra es colombiana, porque mi obra representa todo lo que soy y yo soy colombiana.” (Entrevista a Olga de Amaral). Olga de Amaral pone en evidencia como la obra se verá siempre afectada por lo inherente al contexto en el cual el artista se desarrolla. Por otro lado el pintor y escultor Eduardo Ramírez Villamizar le grita a la sociedad: “Me meto en todos los campos. No soy ni estrictamente geométrico ni estrictamente abstracto. Me siento libre de hacer lo que quiero.” (entrevista a Villamizar, Diners). Jorge Mejía lleva lo anterior al contexto específico de la casa Triana. “Mientras sus primeras construcciones tienden a perseguir la homogeneidad estilística, generalmente inclinada hacia el uso de muebles modernos, en este caso el eclecticismo aparece por medio de la combinación de elementos contemporáneos con antigüedades y objetos simbólicos, entre los que se cuenta una serie de crucifijos de diferente épocas” (Mejía, pg 40).

El movimiento moderno en arquitectura llevó a una serie de preceptos que supondrían la homogeneización de las edificaciones a nivel mundial con el fin de mejorar la calidad de vida del hombre a través de su relación con el habitar. Esto supuso una ruptura radical con una manera de proyectar que involucraba una nostalgia por los tiempos pasados. De esta manera el eclecticismo como postura estética sería puesto en duda; no obstante la Casa Triana funciona como la muestra de que ser ecléctico es también ser fiel a lo que es propio en una libertad que presupone madurez.

Bibliografía:

·         Fonseca, Lorenzo. Enrique Triana: Arquitecto Moderno. Bogotá. Ediciones Revista PROA, 2006.
·         García, María M. Critica Ramírez Villamizar. Revista Diners No. 414, Septiembre de 2004. Extraído de http://www.colarte.com/colarte/conspintores.asp?idartista=1331&pagact=1&dirpa=http%3A%241col%24%241col%24www.colarte.com%241col%24recuentos%241col%24R%241col%24RamirezVillamizarEduardo%241col%24critica.htm. El 25 de junio de 2013.
·         Mejía, Jorge A. Enrique Triana: obras y proyectos. Bogotá. Corporación La Candelaria. Editorial Planeta, 2006.
·         Gómez, Nicolás. Carlos Rojas: dimensiones variables. 2008. En: http://www.nicolasgomezecheverri.com/index.php?option=com_content&view=article&id=40:carlosrojasdimensionesvariables&catid=2:textos&Itemid=3. Consultada el 25 de Junio de 2013.
·         Vega, Rafael. El contenido expresivo en la obra de Enrique Triana. Bogotá. Universidad Nacional de Colombia, 2007.
·         Vélez, Sergio E. “Pienso con el idioma del color”. Entrevista a Olga de Amaral. En: http://www.sergioestebanvelez.com/article-pienso-con-el-idioma-del-color-entrevista-a-olga-de-amaral-50914319.html. Consultada el 25 de junio de 2013.
·         Urrea Uyaban, Tatiana. Conversaciones de arquitectura colombiana. Ediciones Uniandes. Vol 2 Mayo de 2006.

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