Nombre del Proyecto: Casa Triana
Nombre del Autor: Enrique Triana Uribe
Por: Mateo Martinez A.
Tradición y
Modernidad Monolítica
Pesada y expresiva se halla la Casa Triana sobre el terreno
que la acoge. Se trata de un gesto arquitectónico contundente: una sola forma,
una sola masa. La naturaleza constituye gran parte del carácter del lugar, no
solo a primera vista, sino también en el horizonte. Los cerros y su lógica
ascendente parecen guardar una relación estrecha con la casa, la cual también
asciende. Se trata de una vivienda construida por un arquitecto que ha hecho
parte del conjunto de cambios que se han gestado en el mundo y que se conocen
como modernidad. Sin embargo este proyecto parece plantearnos de entrada una
visión única de este periodo de grandes cambios.
Ubicada en un sector privilegiado al nororiente de la ciudad
de Bogotá, la Casa Triana es susceptible de ser contemplada como el equilibrio
entre la influencia de un movimiento internacional que se tradujo en un estilo
muy definido, y una serie de valores autóctonos traducidos al campo especifico
de la arquitectura. Con respecto a esto anota Jorge A Mejía: “[…] logra
construir un lenguaje propio que se encuentra a medio camino entre el
racionalismo de la producción en serie y un regionalismo crítico […]”1.
De entrada nos encontramos con una edificación que no está
inmersa por completo en un contexto urbano. Apenas tenemos la insinuación de
otra vivienda oculta entre los árboles. Podría tratarse de un gesto similar al
llevado a cabo por los burgueses durante la revolución industrial, al abandonar
los centros de las ciudades en busca de una mejor vida en la periferia. De esta
manera es posible afirmar que el vínculo de la casa con aquella incipiente
consolidación urbana es muy limitado.
Mostrando en cierta medida el uso de formas geométricas
elementales, la casa evidencia la búsqueda por suprimir los elementos
decorativos en fachada característicos de movimientos y estilos del pasado. A
pesar de que los ángulos que se observan se apartan de la ortogonalidad, la
austeridad del resultado revela la
influencia de una modernidad que predica la racionalización de los espacios y
su repercusión en las fachadas. Lo anterior, junto con el carácter monolítico
del proyecto y el uso de una cubierta en teja de barro da a conocer el
eclecticismo característico de esta casa. La sobresaliente chimenea junto con
las ventanas verticales hablan de un espacio social, una sala a la cual le ha
sido conferida un espacio privilegiado dentro del proyecto. Y es precisamente
en el contraste entre lo esencial de las fachadas y la riqueza del interior en
donde se observa con claridad una actitud moderna con respecto al habitar.
Refiriéndose a esta actitud propia del arquitecto, Juan Carlos Rojas afirma
que: “[…] gracias a Enrique, he podido entender que un edificio nunca se impone
a un lugar, sino que se subordina a sus condiciones; que el contenido es más
importante que el contenedor […]”2. La casa refleja un actitud
humanista frente a la concepción del habitar humano debido a que hace uso de
una piel sencilla pero sólida que privilegia la calidad de la vida que se
gestará en su interior a través de elementos simbólicos tales como la chimenea:
el fuego alrededor del cual pasa todo.
¿Modernidad Humana?
Son las
10 de la mañana en Bogotá. Es el año 2006 y aunque es bien sabido que la
modernidad ha muerto, su esencia aún está presente en los maestros. Rogelio
Salmona se prepara para abordar el proyecto que le ha encargado La Alianza
Francesa con el fin de disfrutar de una nueva sede con el toque que solo Salmona
le puede imprimir. El arquitecto no tiene certeza, pero presiente que este
podría llegar a ser su último proyecto. Germán Samper, bogotano de nacimiento,
trabaja en un proyecto de mejoramiento del espacio público en Bucaramanga, y lo
hace desde la comodidad de su casa. Irónicamente, el irreverente Fernando
Botero, a quien conmueven las curvas y la figuración a pesar de conocer de
cerca la abstracción, bandera de la modernidad, se encuentra reflexionando en
torno a la familia y la maternidad. (no confundir con modernidad).
Mientras
tanto, nuestro personaje, nuestro arquitecto y ciertamente nuestro profesor, se
encuentra atendiendo a dos jóvenes en su taller. Su mirada se posa sobre los
ojos de sus estudiantes. Alguien, quizás algún colega arquitecto, ha invadido
la escena para realizar una llamada, pero esto no logra distraer a nuestro
profe quien escucha atentamente las preguntas de los suyos. El espacio en que
se encuentran los cuatro es enigmático.
En esta
escena observamos con claridad la presencia de un lucernario. Este elemento
arquitectónico, que podríamos considerar como de los favoritos de nuestro
arquitecto, deja llover la luz del sol sobre los personajes, permitiendo que se
vean el rostro sin censura alguna. La lámpara esbelta que contrasta fuertemente
con la blancura de la pared, se halla justo bajo el eje del lucernario. No
parece un movimiento gratuito, con toda seguridad nuestro profesor la ubicó
para señalar su elemento espacial preferido. Luz natural vs. Luz artificial,
¿quién ganará esta pelea por el protagonismo en el mundo moderno? Enrique
responde a ésta y a más preguntas fundamentales de la arquitectura y de la vida
también. “Al final, yo sigo pensando que
el sol es importante, que la vista de Monserrate me está creando una emoción,
que el techo, el cerezo, el pino, el conjunto humano, entre otros, son los que
tienen un valor perceptual fundamental en la arquitectura”1.
¿Cómo se
llaman los dos estudiantes que buscan en nuestro arquitecto alguna respuesta?
Nosotros quizás jamás lo sabremos pero con toda seguridad Enrique lo sabe.
¿Acaso es de un imprudente o un atrevido llamar las ‘cosas’ por su nombre? ¿Qué
pensará Enrique de que en el presente texto no se le llame Arquitecto Triana?
Ciertamente Charles Edouard Jeanneret Gris prefiere ser llamado El Corbusier, y
a pesar de que parezca un gesto ególatra, también puede ser identificado como
una búsqueda de individualidad en un mundo moderno e impersonal. ¿Por qué no?
Volviendo
sobre la escena observamos una escultura ubicada sobre una figura monolítica.
Es racional, abstracta y pesada. Es importante, pero no tan importante como los
estudiantes. Está relegada a la parte de atrás del taller y su naturaleza
ordenada se ve absorbida por el caos promulgado por los demás objetos en el
espacio (planos, libros, cajas, cables, etc.). Aún nuestro invasor, a quien al
comienzo otorgamos, tan solo suponiendo, el papel de colega de Enrique, agrega
un toque más de humanidad impredecible al cuadro. Ya no cabe duda, en esta
historia el importante es el individuo, o más bien los individuos. Que lo diga
el mismísimo Enrique, allí, explicando a los suyos de que se trata el taller
arquitectónico: “Así mismo, el taller en la universidad lo conduzco como un
taller de individuos, porque el individuo es el importante, es el que se
expresa”2.
Y,
¿dónde están ahora Rogelio Salmona, German Samper y Fernando Botero? Salmona se
halla respondiendo preguntas a una periodista del diario El Tiempo. La sede
para la Alianza Colombo Francesa aún no se encuentra terminada, pero al fin y
al cabo el importante es el individuo: ¿Por qué no recibir a una que tan solo
hace su trabajo? Después de responder a las inquietudes de la mujer, “se
despide y dice una cosa más: “No me diga maestro””3. Así es, la
modernidad que se percibe en Bogotá parece deshacerse poco a poco de su
componente arquitectónico a medida que los ‘grandes maestros’ se van
reconociendo como individuos más. German Samper, por su lado, no se queda atrás
en la lucha contra la ingenuidad funcionalista de una modernidad que puede ser
deshumanizante. Diego Guerreo le hace unas preguntas para la revista Urbana y
tras conocer su opinión frente a las ciudades colombianas nos informa que “(…)
le preocupan la deshumanización de las ciudades que, sostiene, son hechas para
los autos.”4. De escuchar esto Enrique afirmaría una vez más “el importante es el individuo”. Botero
vuelve sobre lo esencial en su vida y en su obra: la familia. Mientras su obra
sobre la violencia en Colombia se prepara para ser expuesta en Buenos Aires, el
pintor, escultor e individuo responde algunas preguntas a Valeria Shapira,
periodista del periódico argentino La Nación. “En el momento en que se hace, el
arte no tiene ningún efecto. Pero después, cuando los periódicos ya no hablan
de ciertas cosas y mucha gente las olvida, el arte existe como una suerte de
acusación permanente. Esa es su fuerza. Si nos acordamos del bombardeo de
Guernica, nos acordamos del cuadro de Pablo Picasso”5. Hasta Botero
lo sabe, las grandes obras de la modernidad fueron humanas y como humanos,
estas también se alejaron de lo urgente para volverse sobre lo importante.
De la misma manera nuestro arquitecto vuelve
sobre lo esencial en la arquitectura, lo esencial en el taller y lo esencial en
la vida. Podríamos incluso observar en nuestra escena una familia, una
compuesta por un padre que escucha y unos hijos que preguntan. Ya no es el
edificio de la Alianza Francesa dando cuenta del toque personal de un
arquitecto moderno. Ahora son los individuos, los estudiantes, dando cuenta del
toque característico de Enrique. Antes que nuestro arquitecto es nuestro
profesor, y antes que nuestro profesor es nuestro individuo.
Enrique
Triana brilla hoy como la luz del sol brilla sobre la lámpara de su estudio;
brilla como la lámpara de fuego que se enfrenta al sol-bombillo en el Guernica
de Picasso. Enrique Triana es un arquitecto moderno, pero antes es un ser
humano, uno que llora como el Guernica llora. “Durante una de las reuniones que
suelo hacer en casa con mis alumnos, uno de ellos dejó un papelito encima de mi
mesa que decía: “Enseñar es tocar el corazón de alguien para siempre”. Claro,
¡lo encontré y llore!” (Conversación con Enrique Triana, 2006)
Referencias:
1. Urrea Uyabán, Tatiana. Conversaciones
de arquitectura colombiana. Ediciones Uniandes. Vol 2 Mayo de 2006. PP. 80
2. Urrea Uyabán, Tatiana. Conversaciones
de arquitectura colombiana. Ediciones Uniandes. Vol 2 Mayo de 2006. PP. 80
3.
Ortiz, María P. "No pienso en la muerte",
dijo Rogelio Salmona en una de las últimas entrevistas que concedió. Publicación eltiempo.com. Sección: Cultura y
entretenimiento. Fecha de publicación 3 de octubre de 2007.
4.
Guerrero, Diego. “Un Arquitecto a Escala Humana”. Revista URBANA. Edición 51, Diciembre 2011. Pp:61
5.
Shapira, Valeria.
“Fernando Botero: pintar la violencia”. Periódico La Nación. Domingo 25 de
Junio de 2006.
Tomada por Carolina Jaimes, 2006, Conversaciones de Arquitectura Colombiana, arquitecto Enrique Triana Uribe (1929 Bogotá, Colombia) |
MODERNIDAD ECLÉCTICA
La casa que Enrique Triana diseña
y construye para él y su familia encierra los contenidos más representativos de
la vida y obra del arquitecto. A partir de la relación entre tres miradas
diferentes acerca de la obra de Triana se buscará obtener una aproximación
integral a la casa como reflejo de unos antecedentes, una formación y una
disciplina profesional. A lo largo de este ensayo se reafirmara la relevancia
de esta vivienda como declaración de una manera ecléctica y madura de asimilar
la profundidad de los contenidos de la modernidad.
Para llevar a cabo una labor de
síntesis y argumentación alrededor de la casa y el arquitecto han sido
especialmente significativos los textos de Rafael Vega, Lorenzo Fonseca y Jorge
A Mejía. Además de estos, han sido tenidas en cuenta una serie de entrevistas
hechas tanto al arquitecto como a otros personajes influyentes en su vida.
Estos testimonios de artistas y diseñadores revelan la presencia ineludible de
un contexto histórico y un espíritu de la época que, en un segundo plano,
entretejen los eventos que llevaran a la construcción de la casa vinculándola
con un movimiento de eventos, memorias, manifiestos y demás sucesos de la
historia.
Una primera mirada a los textos Enrique Triana Arquitecto Moderno y Enrique Triana Obras y Proyectos nos
conducirá de entrada a la existencia de unos antecedentes que desembocan en una
manera de aproximarse al proyecto arquitectónico. Observamos así como
antecedentes que podríamos llamar de carácter internacional se fusionan con
unos más cercanos a la vida de nuestro personaje.
Triana nace el 22 de noviembre de
1929 en Bogotá, fecha que de inmediato nos remite a acontecimientos de enorme
importancia para la concepción del espacio arquitectónico y el diseño en
general. Hablamos de la construcción del pabellón de Barcelona de Mies Van der
Rohe, el Sanatorio de Paimio de Alvar Aalto y la Casa Lovell de Richard Neutra
entre muchas otras importantes edificaciones modernas. Sin embargo, este año no
debe observarse como aquel que presencia una enorme explosión de creatividad e
innovación. Por el contrario debe verse como el eslabón de una cadena de
eventos que años más adelante llegaría a influenciar el diseño de la Casa
Triana. De esta forma no podemos dejar de lado la fundación de la escuela de
Bauhaus en 1919 por parte de Walter Gropius, la realización de un nuevo pensum
para la escuela y también para la concepción del diseño por parte de Johannes
Itten en 1920 y la realización de una silla que es en sí misma un elemento
funcional y un manifiesto moderno de estética industrial por parte de Marcel
Breuer en 1925.
A este legado debe sumarse aquel
que Enrique Triana recibirá por parte de sus antepasados. Con respecto a esto
Jorge Mejía afirma que: “Al referirse a unos y otros, sin embargo, Triana
prefiere hablar de una estirpe impulsada por una evidente disposición de
servicio, más que de una familia distinguida.” (Mejía, pg 16). En este punto se
comprende con facilidad como una casa que presenta fachadas blancas y austeras
recibe a una familia muy bogotana, y a un arquitecto que la diseña no solo como
su nicho personal sino como el lugar donde recibirá a sus estudiantes con el
fin de impartir una auténtica lección arquitectónica y humana.
En un segundo momento, los textos
que han sido revisados para contemplar la casa en cuestión dirigirán nuestra
mirada a la formación de Triana como medio a través del cual la vivienda revela
el proceso proyectual. Para esto es necesario entender la formación como la
describe el mismo arquitecto en el libro de Rafael Vega al reconocerla como un
proceso que se diferencia de aquel de informar. Observamos así como la
formación moderna de Triana coincidió en
gran medida con la adquisición de unos principios éticos provenientes de su
familia. “[…] muchos de los principios que profesaba el movimiento moderno
correspondían con el sistema de valores que me fue inculcado en mi niñez” (cita
de Triana en Enrique Triana: Arquitecto Moderno).
Gracias a esto, la arquitectura de Triana y en especial su casa reflejaran
una profunda comprensión de la modernidad que trasciende los aspectos formales.
Silvia Arango describe con claridad como el sistema de valores se transmite al
diseño arquitectónico a través de una coherencia con la manera como se vive
(Arango en Vega, 2007).
Una vivienda monolítica, blanca y
moderna cuyos planos y registro fotográfico revelan conteniendo un mobiliario y
una decoración interior que evidencian una herencia, una tradición intelectual
y religiosa. Triana definitivamente no reprodujo lo aprendido durante su
proceso de formación, pero si lo asimilo y convirtió en suyo propio. “La
cubierta inclinada, la utilización de la teja de arcilla y el énfasis en la
densidad del muro […] son características opuestas a los paradigmas de techo
plano y cerramientos ligeros producto de su formación universitaria, pero hacen
parte de su proceso de contextualización con el medio colombiano” (Vega, pg
49).
Una casa que jerarquiza la
presencia de una chimenea frente a un espacio social y se extiende hacia al
paisaje a través de terrazas ciertamente ha recibido la influencia de
arquitecturas modernas tales como la de Frank Lloyd Wright. Sin embargo, en
este caso es el carácter ecléctico el que es exaltado.
La formación profesional en
arquitectura pone en duda el valor del eclecticismo, especialmente cuando se
analiza a través de una mirada corbusiana de lo moderno. A pesar de lo
anterior, una mirada a los artistas que junto con Triana recibieron una
formación moderna, pero tuvieron que cargarla en un contexto como el colombiano
dará cuenta del valor de lo que ha sido llamado peyorativamente ecléctico. “No
era mi intención que fuera colombiana, porque yo no trabajo con ese sentido de
hacer colombianeidad, pero mi obra es colombiana, porque mi obra representa
todo lo que soy y yo soy colombiana.” (Entrevista a Olga de Amaral). Olga de
Amaral pone en evidencia como la obra se verá siempre afectada por lo inherente
al contexto en el cual el artista se desarrolla. Por otro lado el pintor y
escultor Eduardo Ramírez Villamizar le grita a la sociedad: “Me meto en todos
los campos. No soy ni estrictamente geométrico ni estrictamente abstracto. Me
siento libre de hacer lo que quiero.” (entrevista a Villamizar, Diners). Jorge Mejía
lleva lo anterior al contexto específico de la casa Triana. “Mientras sus
primeras construcciones tienden a perseguir la homogeneidad estilística,
generalmente inclinada hacia el uso de muebles modernos, en este caso el
eclecticismo aparece por medio de la combinación de elementos contemporáneos
con antigüedades y objetos simbólicos, entre los que se cuenta una serie de
crucifijos de diferente épocas” (Mejía, pg 40).
El movimiento moderno en
arquitectura llevó a una serie de preceptos que supondrían la homogeneización
de las edificaciones a nivel mundial con el fin de mejorar la calidad de vida
del hombre a través de su relación con el habitar. Esto supuso una ruptura
radical con una manera de proyectar que involucraba una nostalgia por los
tiempos pasados. De esta manera el eclecticismo como postura estética sería
puesto en duda; no obstante la Casa Triana funciona como la muestra de que ser
ecléctico es también ser fiel a lo que es propio en una libertad que presupone
madurez.
Bibliografía:
·
Fonseca,
Lorenzo. Enrique Triana: Arquitecto Moderno. Bogotá. Ediciones Revista PROA,
2006.
·
García,
María M. Critica Ramírez Villamizar. Revista Diners No. 414, Septiembre de
2004. Extraído de http://www.colarte.com/colarte/conspintores.asp?idartista=1331&pagact=1&dirpa=http%3A%241col%24%241col%24www.colarte.com%241col%24recuentos%241col%24R%241col%24RamirezVillamizarEduardo%241col%24critica.htm. El 25 de junio de 2013.
·
Mejía,
Jorge A. Enrique Triana: obras y proyectos. Bogotá. Corporación La Candelaria.
Editorial Planeta, 2006.
·
Gómez,
Nicolás. Carlos Rojas: dimensiones variables. 2008. En: http://www.nicolasgomezecheverri.com/index.php?option=com_content&view=article&id=40:carlosrojasdimensionesvariables&catid=2:textos&Itemid=3.
Consultada el 25 de Junio de 2013.
·
Vega,
Rafael. El contenido expresivo en la obra de Enrique Triana. Bogotá.
Universidad Nacional de Colombia, 2007.
·
Vélez,
Sergio E. “Pienso con el idioma del color”. Entrevista a Olga de Amaral. En: http://www.sergioestebanvelez.com/article-pienso-con-el-idioma-del-color-entrevista-a-olga-de-amaral-50914319.html.
Consultada el 25 de
junio de 2013.
·
Urrea Uyaban, Tatiana. Conversaciones de arquitectura colombiana.
Ediciones Uniandes. Vol 2 Mayo de 2006.
LINEA DEL TIEMPO
PLANOS Y MAQUETA
en que año fue que se contruyo la casa triana
ResponderEliminar1963 se terminó
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