JOSEP ANTONI CODERCH - EDIFICIO DE VIVIENDAS EN LA BARCELONETA
ARQUITECTO JOSEP ANTONI CODERCH
EDIFICO DE VIVIENDAS EN LA BARCELONETA
POR: MARÍA CAMILA CELY MORENO
Al Otro Lado de la Fachada
Francesc
Català-Roca
Año desconocido
CODERCH,
Gustau y FOCHS, Carles (Ed.) Coderch: La
Barceloneta. Colegio de Arquitectos de Cataluña, Barcelona, 1996.
La fachada del edificio en la Barceloneta de Josep Antoni Coderch
es impactante. No se trata de una fachada atiborrada de elementos innecesarios.
Se trata mas bien de una fachada uniforme y con un fuerte componente vertical. No presenta ésta una permeabilidad evidente,
aparece siempre cerrada y da la impresión de querer aislarse de la calle. Dar
un vistazo al interior del edificio, sin embargo, resulta esclarecedor y
permite aproximarse al espacio que, de carácter muy privado, no se deja
adivinar desde fuera.
El espacio observado en la fotografía corresponde al área social
del apartamento. Este edificio en particular, se caracteriza por la oblicuidad
de sus muros evidente en planta, y que apenas se insinúa en la fachada. Pero el
interior consigue suavizar estos ángulos que al principio parecen caprichosos,
y los presenta naturales, cuidadosamente pensados para jugar con la perspectiva
del visitante y guiarlo por el espacio buscando la luz sin que sea plenamente
consciente de este gesto. La sensación de complejidad laberíntica al
observar la planta es equivalente a la riqueza espacial al visitar el interior
del edificio.[1]
Como ejemplo claro de lo anterior, aunque quizá no tan evidente,
está el entramado de la baldosa. Ubicado en diagonal, su direccionalidad es
clara: la ventana que remata el espacio y que le da su carácter jerárquico al
tratarse de la más generosa del apartamento en cuanto a iluminación y a vista.
Esta ventana, que desde la calle permite adivinar muy poco del interior, desde
dentro es un recorte de piso a techo del paisaje natural y urbano,
característica que sería fundamental para Le Corbusier: La ventana es una de las metas principales de la vivienda. El progreso
aporta una liberación. El concreto armado revoluciona la historia de la
ventana. Las ventanas pueden correr de un extremo a otro de la fachada.[2]
La particularidad de la ventana viene dada por la persiana de
librillo en material tradicional, responsable del juego de luz y sombra en el
interior. La importancia concedida a los materiales se hace presente también en
el recubrimiento pétreo de la chimenea, lugar de reunión por excelencia (bien
diría Semper que es el fuego el generador de la arquitectura). El diseño del
mobiliario es una preocupación no solo de Coderch, sino de los arquitectos
modernos en general: el sillón Barceloneta, que se observa en la fotografía, fue un encargo del
arquitecto a los diseñadores Federico Correa y Alfonso Milá. Su propósito es,
siendo consecuente con las características del espacio, permitir al habitante
sentarse a mirar por la ventana, tener al alcance de la mano un libro o una
copa, reunirse alrededor de la chimenea
y disfrutar del tiempo libre característico del habitar moderno.
[1] FOCHS, Carles (Ed.) J.A. Coderch de Sentmenat 1913-1984. Editorial Gustavo Gili,
Barcelona, 1989.
[2] JEANNERET, Charles
Edouard. En L’architecture vivante
(N° 17). Paris,
1927.
La Habitación, Reflejo de su Habitante
El despacho de un arquitecto podría ser considerado como un
reflejo de su trabajo. Un espacio destinado a la creación no puede ser
estandarizado porque es precisamente cada persona quien le da su carácter.
Habrá elementos comunes a todos los espacios que sirvan a un mismo fin, como
una buena superficie y adecuada iluminación, pero lo que le da al espacio en
cuestión su perfil, su sensación de bienestar, lo que hace que sea agradable
proyectar en dicho recinto, es el reflejo de la apropiación que el arquitecto
hace de él. Así como el despacho del director de la Bauhaus era un reflejo de
lo que la escuela en sí representaba, de su trabajo y de sus bases, de la misma
forma cada uno de los espacios que el arquitecto hace suyo se va impregnando
progresivamente de él. Casi se podría intuir qué clase de persona habita[1]
dicho espacio con solo observar la disposición de los muebles, los libros que
posee al alcance de la mano, los materiales a los que da especial importancia.
El arquitecto debe sentirse a gusto en su espacio. En las
fotografías se puede observar a Coderch en su despacho, sentado ante una mesa.
No se dirá que dispuesto a trabajar, porque es consciente del fotógrafo que
está frente a él, expectante. Él mismo conoce de fotografía y disfruta de este
instrumento para explicar su arquitectura. Las fotografías en blanco y negro le
permiten describir su arquitectura de luces y sombras, y las modifica a lo
largo de los años, aumentando el contraste aquí, ajustando el brillo allá. En
las fotografías interiores de su Edificio en la Barceloneta la luz cumple un
papel fundamental al colarse discretamente entre las persianas que componen la
fachada. No es su interés la transparencia desnuda de proyectos como la casa
Farnsworth, de Mies, que se inundan de luz; prefiere por el contrario un
control premeditado e introvertido de la iluminación, creando atmósferas que se
cortan sutilmente con los haces de luz que logran atravesar sus fachadas.
Tal vez por eso mismo su despacho no parezca tener, a primera
vista, un caudal de iluminación natural. Parece ser, tal como quien lo habita,
de carácter reservado. La obra y la vida
de Coderch estuvieron siempre marcadas por cierto distanciamiento, con
frecuencia propiciado por él mismo, en una actitud de reserva de quien se sabe
en posesión de la fuerza.[2] Puede
ser por esta razón que gran parte de su obra pase desapercibida en determinados
ámbitos, ya que nunca fue su prioridad aparecer en revistas de actualidad o
propiciar la publicación de un libro sobre sí mismo. Coderch nunca participó en
un concurso por una razón sencilla y contundente: para él la relación con el
cliente era de vital importancia. No solamente pretendía hacer un buen proyecto
sino establecer una buena relación con quien iría a habitarlo. No se sentiría a
gusto entonces en un concurso en el que no pudiera conversar con el
directamente implicado por su trabajo. Sin embargo, es incorrecto pensar que el
alcance de sus obras fue limitado: perteneció junto a Josep Maria Sostres,
Antoni de Moragas y Oriol Bohigas, entre otros arquitectos jóvenes, al Grup R;
fue miembro de los CIAM a propuesta de Josep Lluís Sert; y del Team X tras la
disolución de los CIAM.
La firmeza en su trabajo se relaciona también con su vestimenta
sencilla, elegante e impecable. Colores oscuros resaltan el aire casi taciturno
del arquitecto que contempla su trabajo, nunca enteramente satisfecho. Discreto
y riguroso, Coderch exige lo máximo de sí y trata de solucionar continuamente
el mismo problema, el dormitorio, la puerta, la ventana. Cada pequeño detalle
es digno de toda su atención, cada proyecto nuevo es el mismo proyecto anterior
que ha vuelto a comenzar. No quiere esto decir que haya caído el arquitecto en
una repetición simplista de soluciones, sino que siempre fiel a sí mismo y a su
arquitectura, busca trabajar cada vez mejor. Esta rigurosidad se evidencia en la estantería a sus espaldas: su
trabajo parece desbordarse de los límites de las repisas y salta a la vista
como constatación de la seriedad de su trabajo y del valor que para él representa.
El tenerlos aparentemente clasificados en un orden que tal vez sólo él entienda
reafirma la personalidad del espacio, ya actuando como un espejo cada vez menos
distorsionado de su habitante. Rafael Santos Torroella, poeta, crítico del arte
y amigo suyo, describe una de las paredes del despacho como un “envolvente y
mural collage” y resalta la presencia
de unas palabras de Einstein que ilustran el pensamiento de Coderch: “La plus
belle chose qu’un homme puisse éprouver c’est le côté mysterieux de la vie; là
se trouve le berceau de l’art et de la science véritable”.[3]
Pensativo, Coderch enciende un cigarrillo casi sin levantar la
vista de los planos, repasándolos una y otra vez. Lleva en la mano izquierda un
estilógrafo con el que ha estado trabajando a mano alzada, y lo conserva entre
sus dedos aún cuando el cigarrillo entra en la ecuación. Guarda silencio. Puede
que junto al fotógrafo se encuentre alguien entrevistándolo y él, leal a su
personalidad algo misteriosa, prefiera no contestar –o no de inmediato-. O bien
puede no haber entrevistador y se trata de un Josep Antoni Coderch que se
cuestiona a sí mismo.
¿Ha tenido de repente claridad sobre lo que se venía preguntando?
¿Qué o quién llama su atención en algún punto a su izquierda? Su posición
cambia, y se recuesta sobre la mesa, en una actitud relajada y cautelosa a la
vez. Con su estilógrafo listo en la mano para transmitir las ideas que asalten
su mente, y el humo del cigarrillo tamizando un poco su expresión, Coderch está
de repente llevando una idea adelante, dejando su espacio de trabajo (que
podría llamarse también su habitación)
embebido con sus cavilaciones y,
efectivamente, edificando después de habitar.
Lluís
Casals.
Año
desconocido.
FOCHS, Carles (Ed.) J.A.
Coderch de Sentmenat 1913-1984. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1989.
[1] El hombre es en tanto habita […] No
habitamos porque hemos “construido”, sino que construimos y hemos construido en
tanto habitamos […] “Edificar” y pensar, cada cual a su modo, son siempre
inevitables e ineludibles para la habitación. HEIDEGGER, Martin en CHOAY,
Françoise. El urbanismo, utopías y
realidades. Editorial Lumen, 1970. P. 532-539
[2] FOCHS, Carles (Ed.) J.A. Coderch de Sentmenat 1913-1984. Editorial Gustavo Gili,
Barcelona, 1989. Pág. 10
[3] FOCHS, Carles
(Ed.) J.A. Coderch de Sentmenat
1913-1984. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1989. Pág. 233.
“La cosa más bella que un hombre puede
experimentar es el lado misterioso de la vida; allí se encuentra la cuna del
arte y de la ciencia auténtica”. Santos relata que Coderch mantiene la
frase en francés porque se resiste a traducir “éprouver” por “experimentar”.
Tradición y Modernidad
Los Pirineos han constituido siempre una barrera que separa
culturalmente a España y Portugal del resto de Europa. Se trata de un límite
permeable que hoy en día los aviones pueden solventar sin dificultad, pero que
más allá de implicaciones físicas o espaciales tiene unas connotaciones
históricas y culturales que han hecho que a lo largo de los años el desarrollo
de acontecimientos en estos dos países sea sustancialmente distinto que en sus
países “vecinos”. De esta forma la Segunda Guerra Mundial -que con tanta fuerza
impactó a los países de Europa central- no se vivió con marcada intensidad en esta
región. Sin entrar en detalles sobre los
motivos de esta situación al margen de la Europa del sur en época de guerra, es
importante recalcar que ya España había vivido su propio conflicto antes de que
la mencionada Segunda Guerra estallara: la Guerra Civil española que
transcurrió entre 1936 y 1939.
Es de suponer que estas dos conflagraciones ejercieron mayor o
menor influencia en el ámbito nacional. Pero sin lugar a dudas el aspecto que
más marcaría la arquitectura española de posguerra sería la dictadura de Franco.
El régimen franquista impulsaría en la arquitectura un tradicionalismo extremo
y un nacionalismo exacerbado que atacarían las ideas del GATEPAC (fundado una
década antes) y que resultarían en la muerte o en el exilio de la mayoría de
sus precursores. Es en este contexto que una nueva generación de arquitectos
surge y reacciona ante la imposición retrógrada trabajando –bien es cierto que
tímidamente- por recuperar los ideales de la arquitectura moderna que sus
predecesores habían logrado instituir.
Barcelona es la primera
ciudad de territorio español en integrar las nuevas ideas del movimiento
internacional a su paisaje y a su cultura, ejerciendo una fuerte resistencia
política al régimen franquista por saberse una ciudad catalana, mediterránea y
“mundial”, además de española[1]. William Curtis postula a Coderch como el arquitecto que mejor
supo explotar esas características catalanas manejando un lenguaje coherente,
rico en significados y flexible que aunque se inspira en la arquitectura
vernácula de muros blancos de la costa mediterránea no cae en el pintoresquismo
escénico. Curtis entiende el Edificio en la Barceloneta como una acertada
composición a partir de contradicciones: privilegiar la vista sobre el puerto
manteniendo un carácter íntimo, favorecer la entrada de la luz guardándose de
los rayos directos del sol y fundir el proyecto en la trama urbana sin borrar
su modernidad. Coderch integra la tradición española de miradores y persianas
en un proyecto moderno convirtiéndose así en una síntesis viviente de lo local
y de lo mundial.
Tanta es la fuerza que cobra este edificio que Antonio Armesto
escribe un libro exclusivamente sobre él[2],
reconociendo tres momentos en la cronología compositiva del proyecto. En
primera instancia enuncia un momento naturalista o de impulsos formadores. Es
evidente, ya desde este momento, que el proyecto aprovecha las tres fachadas
que le ofrece el lugar en el que está situado para atrapar la mayor cantidad de
luz. Se dedica entonces a materializar este heliotropismo por medio de
operaciones técnicas que a modo de origami empiezan a plegar los muros en busca
del sol, como si de un girasol anguloso se tratase. Por último Coderch ha de
considerar un tercer momento de composición de fachada, no solo por los
problemas que representaría tener una fachada tan permeable tanto en verano
como en invierno, sino porque el proyecto es un reflejo de su propio carácter,
que prefiere el juego danzante de luces y sombras antes que la imposición
cegadora de luz. (Ver anexo)
Estos gestos presentes en su arquitectura no son más que una
secuencia lógica de sus acciones y pensamientos. Según lo que relata Juan
Daniel Fullaondo en Nueva Forma, en
noviembre de 1974[3], a
Coderch la figura de Le Corbusier, más concretamente, las sus viviendas
unifamiliares le ponen fuera de sí. No solamente estará en desacuerdo con sus
soluciones al problema de la vivienda, sino que se verá a sí mismo como la
antítesis de un personaje que proclamaba reglas de juego y establecía verdades
incuestionables. Para él será más admirable la arquitectura finlandesa, que
respeta los valores esenciales del hombre y del mundo que le rodea, y trabaja
sigilosamente por crear un espacio habitable.
Siguiendo esta línea de pensamiento, y si bien es cierto todo lo
que afirma Curtis sobre la Barceloneta, resulta poco probable que una
personalidad como la de Coderch se haya propuesto imponerse en el campo
internacional como aquel que reaccionó en contra de la dictadura a través de la
arquitectura. Porque no solo hay quien recuerda que Coderch era fiel al régimen
franquista[4],
sino que además su distanciamiento de los cenáculos de la moda lo hacía la
persona menos indicada para iniciar una revolución.
Carlos Flores, que redacta los capítulos correspondientes a España
en la obra de Benévolo[5],
considera que tras la desavenencia con los postulados de “preguerra” que trajo
consigo la victoria de Franco, surgió en Barcelona una serie de arquitectos de
tendencia ajena a cualquier compromiso político y autodidactas -sobre todo
debido a la situación de aislamiento a la que España se vio reducida tras la
victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial-. Enuncia entre esta generación a
Coderch, a Valls, a Sostres y a Moragas. (Es importante recordar que es con
Manuel Valls que Coderch trabaja para la proyección del edificio en la
Barceloneta.) Para Flores este edificio es una de las obras más importantes del
periodo transcurrido entre 1950 y 1960 por representar el abandono progresivo
de las tendencias neoimperialistas que habían caracterizado a los primeros años
de la dictadura.
Así, no es a través de la intención de ruptura que se construye
una nueva arquitectura. Los espacios para la vida son la principal preocupación
de Coderch, que los replantea constantemente siendo consciente de que el
proyecto no es el fin, sino la consecuencia; y que ser arquitecto no es el fin,
sino el medio para realizar una obra verdaderamente viva.
[1] CURTIS, William. L’architecture moderne
depuis 1900. Phaidon Press. Paris, 1982. Pág. 484
[2] ARMESTO, Antonio. Edificio de viviendas
en la Barceloneta, 1951-1955. José Antonio Coderch y Manuel Valls. Colegio de
Arquitectos de Almería. Medusa, 1996.
[3] FOCHS, Carles (Ed.) J.A. Coderch de Sentmenat 1913-1984. Editorial Gustavo Gili,
Barcelona, 1989. Pág. 230-231
[4] DONATO, Emilio, en op. cit.
Pág. 8-9
[5] BENÉVOLO,
Leonardo. Historia de la arquitectura
moderna. Taurus Ediciones. Madrid, 1963.
Planos
Linea del Tiempo
Bibliografía General
· FOCHS,
Carles (Ed.) J.A. Coderch de Sentmenat
1913-1984. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1989.
· CODERCH, Gustau y FOCHS, Carles (Ed.) Coderch: La Barceloneta. Colegio de
Arquitectos de Cataluña, Barcelona, 1996.
· JEANNERET,
Charles Edouard. En L’architecture
vivante (N° 17). Paris, 1927.
BENÉVOLO, Leonardo. Historia de la arquitectura moderna.
Taurus Ediciones. Madrid, 1963.
CURTIS, William. L’architecture moderne depuis 1900.
Phaidon Press. Paris, 1982.
ARMESTO,
Antonio. Edificio de viviendas en la
Barceloneta, 1951-1955. José Antonio Coderch y Manuel Valls. Colegio de
Arquitectos de Almería. Medusa, 1996.
· CHOAY,
Françoise. El urbanismo, utopías y
realidades. Editorial Lumen, 1970.
· DORFLES,
Gillo. La arquitectura moderna. Editorial
Seix Barral. Barcelona, 1957
· ALONSO, José. Introdução
à história da arquitectura. Bookman. Porto Alegre, 2010.
No hay comentarios:
Publicar un comentario