CASA-ESTUDIO
POR: CRISTIAN CAMILO HERRERA CASTAÑEDA
DEL MONOCROMO A LA ESCALA TOTAL DE GRISES: LA METAMORFOSIS DE BARRAGÁN
Luis Barragán no fue un arquitecto estático que siempre pensara igual o que siempre tuviera la misma posición frente a la arquitectura, al contrario, fue un arquitecto que a lo largo de su vida fue evolucionando a partir de sus propias vivencias: experiencias de niño, enseñanzas académicas, viajes al exterior, amigos allegados, arquitectos famosos, y en general, todos los aspectos que lo afectaron durante el transcurso de su vida, generaron en él una percepción única de la arquitectura no solo desde el diseño y la espacialidad, sino también sobre la percepción simbólica que tiene el hombre sobre el espacio que lo circunda, el espacio que lo protege, el espacio que lo abraza.
La vida de Barragán, mirada desde la perspectiva de sus obras y la evolución que estas fueron teniendo al transcurrir de los años, se puede dividir en tres grandes grupos, los cuales están marcados básicamente por los viajes realizados a Europa, y así, como en la fotografía podemos ver un singular juego de matices que van desde el negro hasta el blanco, la vida de Barragán se desarrolló bajo un juego de matices respecto a su pensamiento; en una época de vio todo “blanco”, en otra todo “negro” y en otra en una “escala de grises” inimaginable. A continuación se entenderá un poco más este concepto.
Luis Barragán nació el 9 de marzo de 1902 en la ciudad de Guadalajara en México. Fue el tercero de nueve hermanos y gozo de ciertas comodidades económicas ya que su familia de origen criollo era terrateniente sin decir con esto que tenía todos los lujos inimaginables, por el contrario, nació en un mundo donde el campo tenía una importancia vital para el desarrollo de la vida.
Durante su infancia se vio envuelto en un mundo rebosado de una fuerte carga cultural ya que su vida transcurrió entre la ciudad de Guadalajara, una ciudad netamente Mexicana, y la hacienda familiar de Corrales, situada en Mazamitla, donde la vida del campo y los paisajes propios de la región despertaron en él una pasión desenfrenada por la naturaleza autóctona de su país; además vio como la vida de un campesino se entrelazaba con la naturaleza partiendo de un punto común: LA CASA.
En 1920 ingresa a la Escuela Libre de Ingeniería de Guadalajara de donde posteriormente se graduó de Ingeniero Civil con especialidad en Obras Hidráulicas, carrera que nunca aplico a cabalidad pero que le sirvió enormemente para ejercer la profesión para la cual verdaderamente tenia vocación, la Arquitectura.
Como premio de grado sus padres le regalaron un viaje a Europa, donde el joven Barragán conocería de primera mano el inicio, el presente y el futuro de la arquitectura para su momento. Barragán, al nunca haber salido de su país, y al tener un poco conocimiento sobre arquitectura tuvo un fuerte choque con la Europa revolucionada de la época, no se identificaba con nada de lo contemporáneo, y por el contrario se sentía muy a gusto con la identidad que mostraba la arquitectura clásica, sobretodo la arquitectura mediterránea.
Al llegar de Europa trabajo para algunos conocidos familiares en Jalisco, realizando obras muy austeras, cargadas de una fuerte influencia de la arquitectura vernácula europea y mexicana.
En 1930 su padre muere dejándole sus propiedades, logrando con esto que Barragán, más maduro profesionalmente y despojado un poco de su ímpetu juvenil, viajara por segunda vez a Europa, continente el cual no veía con los mismos ojos juveniles con los cuales alguna vez la había explorado; ya no veía todo en blanco o negro, sino que la experiencia de la vida le había dado una mayor variedad de tonalidades para explorar. En este viaje si comenzó a apreciar la arquitectura contemporánea que lo rodeaba, la modernidad del ambiente y la realidad a la cual había intentado huir durante los años anteriores. Vio muchas obras y muchos arquitectos modernos, pero se identificó con el mejor de los mejores, Le Corbusier, ya que tenían una comprensión del espacio y del contenido simbólico que tiene, sobretodo la casa, en la sociedad.
A su llegada de Europa, Luis Barragán decide radicarse en la ciudad de México, donde tendría un mayor campo laboral y comercial para explorar sus nuevas experiencias aprendidas. Durante esta época se dedicó básicamente a la parte comercial, que en si a una pasión personal, realizando proyectos un poco más rentables como edificios de apartamentos y casas multifamiliares, conllevando con esto a un desencanto temporal por la profesión.
En los años posteriores se dedicó a la compra de terrenos para en ellos realizar proyectos propios, y así dejar de lado un poco la parte mercantil; compro unos terrenos a las afueras de la ciudad, los cuales tenían una particularidad, estaban conformados en su mayor parte por lava volcánica y otros en Tacubaya, un barrio colonial y muy representativo de la Ciudad de México. En el Primero desarrollaría como primera medida un sin número de jardines, por cierto muy peculiares , ya que se conformaban básicamente de la materia prima más abundante del lugar, la cual era, como ya lo habíamos mencionado antes, lava volcánica. Estos proyectos paisajísticos le servirían como preámbulo para posteriormente realizar todo un complejo urbano: El pedregal.
En los terrenos adquiridos en Tacubaya, también exploro en un inicio la jardinería, pero posteriormente seria éste el lugar escogido para realizar su propia casa, su propio sueño: la CASA- ESTUDIO. Al no tener directrices ni esquemas de diseño regidos por un inversionista, Barragán dejo fluir toda su imaginación y todas sus experiencias vividas sobre este proyecto, el proyecto que mostraría toda su capacidad creativa. Otros proyectos importantes en esta época fueron, la casa Ortega, la cual fue su residencia mientras construía la Casa.- Estudio, la casa Prieto, la casa Gálvez, la capilla de las Capuchinas Sacramentarias del Purísimo Corazón, algunos proyectos de intervención en el paisaje y la parcelación de los Clubes y las Arboledas, donde intervino espacios exteriores creando otro tipo de obras maestras: la fuente del Bebedero y la Fuente de los Amantes.
En esta época ya era un arquitecto reconocido mundialmente, por lo cual el arquitecto norteamericano Louis Kahn lo invitó a participar en el diseño del patio central del Salk Institute, donde Barragán mostro su gran calidad como arquitecto.
Al final de su carrera, Barragán hizo un último viaje a Europa, el cual realizo más que para explorar nuevas posibilidades arquitectónicas, para rencontrarse con su propio pasado y recordar las experiencias que allí había aprendido, en un principio vistas con un ojo poco critico el cual veía todo en su estado más fundamental, en su estado “monocromático”, y posteriormente vistas con un ojo crítico más agudo con el cual podía contemplar una mayor gama de tonos, de posibilidades, que igual podían partir de un mismo principio.
Después de llagar de Europa realizo su última gran obra: la Casa Gilardi, donde a pesar de ser una casa hecha por encargo, dejo volar otra vez toda su genialidad. Finalmente, tras padecer la enfermedad del Alzheimer la cual lo aleja del mundo laboral, recibe el premio Pritzker como reconocimiento a toda una vida de logros, otorgado especialmente por su obra maestra, la casa en la que pudo desbordar toda su genialidad, la casa que lo acogió durante muchos años y la cual lo vio morir en 1988: la CASA – ESTUDIO, su único y verdadero hogar.
Luis Barragán nació el 9 de marzo de 1902 en la ciudad de Guadalajara en México. Fue el tercero de nueve hermanos y gozo de ciertas comodidades económicas ya que su familia de origen criollo era terrateniente sin decir con esto que tenía todos los lujos inimaginables, por el contrario, nació en un mundo donde el campo tenía una importancia vital para el desarrollo de la vida.
Durante su infancia se vio envuelto en un mundo rebosado de una fuerte carga cultural ya que su vida transcurrió entre la ciudad de Guadalajara, una ciudad netamente Mexicana, y la hacienda familiar de Corrales, situada en Mazamitla, donde la vida del campo y los paisajes propios de la región despertaron en él una pasión desenfrenada por la naturaleza autóctona de su país; además vio como la vida de un campesino se entrelazaba con la naturaleza partiendo de un punto común: LA CASA.
En 1920 ingresa a la Escuela Libre de Ingeniería de Guadalajara de donde posteriormente se graduó de Ingeniero Civil con especialidad en Obras Hidráulicas, carrera que nunca aplico a cabalidad pero que le sirvió enormemente para ejercer la profesión para la cual verdaderamente tenia vocación, la Arquitectura.
Como premio de grado sus padres le regalaron un viaje a Europa, donde el joven Barragán conocería de primera mano el inicio, el presente y el futuro de la arquitectura para su momento. Barragán, al nunca haber salido de su país, y al tener un poco conocimiento sobre arquitectura tuvo un fuerte choque con la Europa revolucionada de la época, no se identificaba con nada de lo contemporáneo, y por el contrario se sentía muy a gusto con la identidad que mostraba la arquitectura clásica, sobretodo la arquitectura mediterránea.
Al llegar de Europa trabajo para algunos conocidos familiares en Jalisco, realizando obras muy austeras, cargadas de una fuerte influencia de la arquitectura vernácula europea y mexicana.
En 1930 su padre muere dejándole sus propiedades, logrando con esto que Barragán, más maduro profesionalmente y despojado un poco de su ímpetu juvenil, viajara por segunda vez a Europa, continente el cual no veía con los mismos ojos juveniles con los cuales alguna vez la había explorado; ya no veía todo en blanco o negro, sino que la experiencia de la vida le había dado una mayor variedad de tonalidades para explorar. En este viaje si comenzó a apreciar la arquitectura contemporánea que lo rodeaba, la modernidad del ambiente y la realidad a la cual había intentado huir durante los años anteriores. Vio muchas obras y muchos arquitectos modernos, pero se identificó con el mejor de los mejores, Le Corbusier, ya que tenían una comprensión del espacio y del contenido simbólico que tiene, sobretodo la casa, en la sociedad.
A su llegada de Europa, Luis Barragán decide radicarse en la ciudad de México, donde tendría un mayor campo laboral y comercial para explorar sus nuevas experiencias aprendidas. Durante esta época se dedicó básicamente a la parte comercial, que en si a una pasión personal, realizando proyectos un poco más rentables como edificios de apartamentos y casas multifamiliares, conllevando con esto a un desencanto temporal por la profesión.
En los años posteriores se dedicó a la compra de terrenos para en ellos realizar proyectos propios, y así dejar de lado un poco la parte mercantil; compro unos terrenos a las afueras de la ciudad, los cuales tenían una particularidad, estaban conformados en su mayor parte por lava volcánica y otros en Tacubaya, un barrio colonial y muy representativo de la Ciudad de México. En el Primero desarrollaría como primera medida un sin número de jardines, por cierto muy peculiares , ya que se conformaban básicamente de la materia prima más abundante del lugar, la cual era, como ya lo habíamos mencionado antes, lava volcánica. Estos proyectos paisajísticos le servirían como preámbulo para posteriormente realizar todo un complejo urbano: El pedregal.
En los terrenos adquiridos en Tacubaya, también exploro en un inicio la jardinería, pero posteriormente seria éste el lugar escogido para realizar su propia casa, su propio sueño: la CASA- ESTUDIO. Al no tener directrices ni esquemas de diseño regidos por un inversionista, Barragán dejo fluir toda su imaginación y todas sus experiencias vividas sobre este proyecto, el proyecto que mostraría toda su capacidad creativa. Otros proyectos importantes en esta época fueron, la casa Ortega, la cual fue su residencia mientras construía la Casa.- Estudio, la casa Prieto, la casa Gálvez, la capilla de las Capuchinas Sacramentarias del Purísimo Corazón, algunos proyectos de intervención en el paisaje y la parcelación de los Clubes y las Arboledas, donde intervino espacios exteriores creando otro tipo de obras maestras: la fuente del Bebedero y la Fuente de los Amantes.
En esta época ya era un arquitecto reconocido mundialmente, por lo cual el arquitecto norteamericano Louis Kahn lo invitó a participar en el diseño del patio central del Salk Institute, donde Barragán mostro su gran calidad como arquitecto.
Al final de su carrera, Barragán hizo un último viaje a Europa, el cual realizo más que para explorar nuevas posibilidades arquitectónicas, para rencontrarse con su propio pasado y recordar las experiencias que allí había aprendido, en un principio vistas con un ojo poco critico el cual veía todo en su estado más fundamental, en su estado “monocromático”, y posteriormente vistas con un ojo crítico más agudo con el cual podía contemplar una mayor gama de tonos, de posibilidades, que igual podían partir de un mismo principio.
Después de llagar de Europa realizo su última gran obra: la Casa Gilardi, donde a pesar de ser una casa hecha por encargo, dejo volar otra vez toda su genialidad. Finalmente, tras padecer la enfermedad del Alzheimer la cual lo aleja del mundo laboral, recibe el premio Pritzker como reconocimiento a toda una vida de logros, otorgado especialmente por su obra maestra, la casa en la que pudo desbordar toda su genialidad, la casa que lo acogió durante muchos años y la cual lo vio morir en 1988: la CASA – ESTUDIO, su único y verdadero hogar.
Fotografía del arquitecto Luis Barragán al interior de su Casa-Estudio. Tomada del Libro: Luis Barragán Frente al Espejo, La otra mirada. Página 132
EL PARAISO TERRENAL: CONSTRUYENDO UN SUEÑO
La Casa – Estudio del arquitecto Mexicano Luis Barragán es de muchas maneras la obra cúspide de su carrera, el resumen de toda una vida de aprendizaje y reinterpretación constante de la arquitectura moderna vista a través de los ojos de un personaje influenciado por una fuerte carga cultural. No es de extrañar que la Casa – Estudio de Luis Barragán sea “el unció inmueble individual en toda Latinoamérica en ser reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial” (Distinción Otorgada en el 2008). Esta obra es única e irrepetible y –como afirma la propia UNESCO en su declaratoria– “es una obra maestra dentro del desarrollo del movimiento moderno, que integra en una nueva síntesis elementos tradicionales y vernáculos, así como diversas corrientes filosóficas y artísticas de todos los tiempos”.
Para adentrarnos un poco más al proyecto, creo que es necesario comprender como el arquitecto percibía el mundo que lo rodeaba, lo reinterpretaba y transformaba, para volver sus idílicos sueños realidades terrenales; por este motivo, a pesar de ser un poco extenso, es que a continuación encontraremos el discurso de aceptación presentado en la entrega del premio Pritzker en 1980 por él, con la colaboración de su amigo Edmundo O’ Gorman. Fácilmente podríamos tomar simples apartes del discurso, pero a mi parecer, cada palabra, cada frase es importante para entender a Barragán como arquitecto, y sobretodo, como persona.
“Deseo dejar constancia de mi respeto y admiración por el pueblo estadounidense, gran mecenas de las ciencias y de las artes, ya que sin encerrarse dentro de los límites de sus fronteras las ha rebasado para distinguir de manera tan honrosa y generosa, en este caso, a un hijo de México. Tengo plena conciencia, por tanto, que el premio que se me otorga es un acto de reconocimiento de la universalidad de la cultura y en particular de la cultura de mi patria.
Pero como nunca nadie se debe todo a sí mismo, sería mezquino no recordar en este momento la colaboración, la ayuda y el estímulo que he recibido a lo largo de mi vida por parte de colegas, dibujantes, fotógrafos, escritores, periodistas y amigos personales que han tenido la bondad de interesarse en mi trabajo.
Quisiera valerme de esta ocasión para presentar a ustedes algunos pensamientos, algunos recuerdos e impresiones que en su conjunto expresen las ideas que sustentan mi trabajo. Ya a este respecto se anticipó, aunque con excesiva generosidad, el señor Jay A. Pritzker, cuando explicó a la prensa que se me había concedido el premio por considerar que me he dedicado a la arquitectura "como un acto sublime de la imaginación poética". En mí se premia entonces a todo aquel que ha sido tocado por la belleza.
En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento, y también otras como serenidad, silencio, intimidad y asombro. Todas ellas han encontrado amorosa acogida en mi alma, y si estoy lejos de pretender haberles hecho plena justicia en mi obra, no por eso han dejado de ser mi faro.
Religión y mito. ¿Cómo comprender el arte y la gloria de su historia sin la espiritualidad religiosa y sin el trasfondo mítico que nos lleva hasta las raíces mismas del fenómeno artístico? Sin lo uno y lo otro no existirían las pirámides de Egipto ni las nuestras mexicanas; no habría templos griegos ni catedrales góticas, ni los asombros que nos dejaron el Renacimiento y la edad barroca; ni las danzas rituales de los mal llamados pueblos primitivos, ni el inagotable tesoro artístico de la sensibilidad popular de todas las naciones de la tierra. Sin el afán de Dios, nuestro planeta sería un yermo de fealdad. "En el arte de todos los tiempos y de todos los pueblos impera la lógica irracional del mito", me dijo una día un amigo, Edmundo O’ Gorman, y con o sin su permiso me he apropiado de sus palabras.
Belleza. La invencible dificultad que siempre han tenido los filósofos para definir la belleza es muestra inequívoca de su inefable misterio. La belleza habla como un oráculo, y el hombre, desde siempre, le ha rendido culto, ya en el tatuaje, ya en la humilde herramienta, ya en los egregios templos y palacio, ya, en fin, hasta en los productos industriales de la más avanzada tecnología contemporánea. La vida privada de belleza no merece llamarse humana.
Silencio. En mis jardines, en mis casas, siempre he procurado que prive el plácido murmullo del silencio, y que en mis fuentes cante el silencio.
Soledad. Sólo en íntima comunión con la soledad puede el hombre hallarse a sí mismo. Es buena compañera, y mi arquitectura no es para quien le tema o la rehúya.
Serenidad. Es el gran y verdadero antídoto contra la angustia y el temor, y hoy, más que nunca, la habitación del hombre debe propiciarla. En mis proyectos y en mis obras no otro ha sido mi constante afán, pero hay que cuidar que no la ahuyente una indiscriminada paleta de colores. Es al arquitecto a quien le toca anunciar en su obra el evangelio de la serenidad.
Alegría. ¡Cómo olvidarla! Pienso que una obra alcanza la perfección cuando no excluye la emoción de la alegría, alegría silenciosa y serena para ser disfrutada en soledad.
La muerte. La certeza de nuestra muerte es fuente de vida, y en la religiosidad implícita en la obra de arte triunfa la vida sobre la muerte.
Jardines. En el jardín el arquitecto invita al reino vegetal a colaborar con él. Un jardín bello es presencia permanente de la naturaleza. Por la naturaleza reducida a proporción humana y puesta al servicio del hombre, es el más eficaz refugio contra la agresividad del mundo contemporáneo: "el alma de los jardines, decía Ferdinand Bac, alberga la mayor suma de serenidad de que puede disponer el hombre". Y fue Bac quien despertó en mí el anhelo de la arquitectura de jardín. Él decía: "en este pequeño dominio (sus jardines de Les Colombières) no he hecho otra cosa que unirme a la solidaridad milenaria a que todos estamos sujetos, que no es sino la ambición de expresar con la materia un sentimiento común a muchos hombres en búsqueda de un vínculo con la naturaleza al crear un lugar de reposo, de placer apacible". Ya se ve que es condición de un jardín aunar lo poético y lo misterioso con la serenidad y la alegría. No hay mejor expresión de la vulgaridad que un jardín vulgar.
En una vasta extensión de lava al sur de la ciudad de México me propuse, arrobado por la belleza de ese antiguo paisaje volcánico, realizar algunos jardines que humanizaran, sin destruirlo, tan maravilloso espectáculo. Paseando entre las grietas de lava, protegido por la sombras de imponentes murallas de roca viva, súbitamente descubrí, ¡oh sorpresa encantadora!, pequeños secretos y verdes valles rodeados y limitados por las más caprichosas, hermosas y fantásticas formaciones de piedra que había esculpido, en la roca derretida, el poderoso soplo de vendavales prehistóricos. Tan inesperado hallazgo de esos valles me produjo una sensación no desemejante a la que tuve cuando, caminando por un estrecho y oscuro túnel de la Alhambra, se me entregó, sereno, callado y solitario, el hermoso patio de los mirtos de ese antiguo palacio. Contenía lo que debe contener un jardín bien logrado: nada menos que el universo entero. Jamás me ha abandonado tan memorable epifanía y no es casual que, desde el primer jardín que realicé en 1941, todos los que le han seguido pretendan con humildad recoger el eco de la inmensa lección de la sabiduría plástica de los moros de España.
Fuentes. Una fuente nos trae paz, alegría y apacible sensualidad y alcanza la perfección de su razón de ser cuando por el hechizo de su embrujo nos transporta, por decirlo así, fuera de este mundo. En la vigilia y en el sueño me ha acompañado a lo largo de mi vida el dulce recuerdo de las fuentes maravillosas: las que marcaron para siempre mi niñez, los derramaderos de aguas sobrantes de las presas; los aljibes de las haciendas, los brocales de los pozos en los patios conventuales; las acequias por donde corre alegremente el agua, los pequeños manantiales que reflejan las copas de los árboles milenarios y los viejos acueductos que desde lejanos horizontes traen presurosos el agua de las haciendas con el estruendo de una catarata.
Arquitectura. Mi obra es autobiográfica, como tan certeramente señaló Emilio Ambasz en el texto del libro que publicó sobre mi arquitectura el Museo de Arte Moderno de Nueva York. En mi trabajo subyacen los recuerdos del rancho de mi padre donde pasé años de mi niñez y adolescencia y en mi obra siempre alienta el intento de trasponer al mundo contemporáneo la magia de esas lejanas añoranzas tan colmadas de nostalgia.
Han sido para mí motivo de permanente inspiración las lecciones que encierra la arquitectura popular de la provincia mexicana: sus paredes blanqueadas con cal, la tranquilidad de sus patios y huertas, el colorido de sus calles y el humilde señorío de sus plazas rodeadas de sombreados portales. Y como existe un profundo vínculo entre esas enseñanzas y las de los pueblos del norte de África y de Marruecos, también éstos han marcado con su sello mis trabajos.
Como católico que soy, he visitado con reverencia y con frecuencia los monumentales conventos que heredamos de la cultura y la religiosidad de nuestros abuelos, los hombres de la colonia, y nunca ha dejado de conmoverme el sentimiento de bienestar y paz que se apodera de mi espíritu al recorrer aquellos hoy deshabitados claustros, celdas y solitarios patios. Cómo quisiera que se reconociera en alguna de mis obras la huella de esas experiencias, como traté de hacerlo en la capilla de las monjas Capuchinas Sacramentarias de Tlalpan, en la ciudad de México.
El arte de ver. Es esencial para el arquitecto saber ver; quiero decir, ver de manera que no se sobreponga el análisis puramente racional. Y con este motivo rindo aquí un homenaje a un gran amigo que con su infalible buen gusto estético fue maestro en ese difícil arte de ver con inocencia. Aludo al pintor Jesús (Chucho) Reyes Ferreira, a quien tanto me complace tener ahora la oportunidad de reconocerle públicamente la deuda que contraje con él por sus sabias enseñanzas.
Y a este propósito no está fuera de lugar traer a la memoria unos versos de otro gran y querido amigo, el poeta mexicano Carlos Pellicer:
Por la vista el bien y el mal nos llegan. Ojos que nada ven, almas que nada esperan.
La nostalgia. Es conciencia del pasado, pero elevada a potencia poética, y como para el artista su personal pasado es la fuente de donde manan sus posibilidades creadoras, la nostalgia es el camino para que ese pasado rinda los frutos de que esta preñado. El arquitecto no debe, pues, desoír el mandato de las revelaciones nostálgicas, porque sólo con ellas es verdaderamente capaz de llenar con belleza el vacío que le queda a toda obra arquitectónica una vez que ha atendido las exigencias utilitarias del programa. De lo contrario, la arquitectura no puede aspirar a seguirse contando entre las bellas artes.
Mi socio y amigo Raúl Ferrera y el pequeño equipo de nuestro taller comparten conmigo los conceptos que tan rudimentaria e insuficientemente he intentado presentar ante ustedes. Hemos trabajando y seguiremos trabajando animados por la fe en la verdad estética de esa ideología y con la esperanza de que nuestra labor, dentro de sus muy modestos límites, coopere en la gran tarea de dignificar la vida humana por los senderos de la belleza y contribuya a levantar un dique contra el oleaje de deshumanización y vulgaridad.”[1]
En este discurso, además de agradecer públicamente el premio otorgado, deja entrever los puntos que a él más le interesan al hacer arquitectura: Religión y Mito, Belleza, Silencio, Soledad, Serenidad, Alegría, Nostalgia y la Sorpresa, entre muchos otros aspectos que generan en las personas sensaciones que humanizan un poco más la arquitectura, la transforman de simples elementos materiales, a elementos con contenido simbólico.
La Casa – Estudio es en sí misma es una a obra autobiográfica del arquitecto, donde se muestran claramente aspectos propios de su vida. Es difícil encasillar esta obra en estilos o tendencias, ya que posee tantos elementos arquitectónicos como vivencias propias del arquitecto experimentadas a lo largo de su vida, y como dice Juan Molina y Vedia en su libro paraísos, “ Luis Barragán quiere ser encerrado en sus posiciones por racionalistas trasnochados o, simétricamente, desde el otro polo, incorporado a modos fórmales donde sus muros, sus colores, juegan variantes deconstructivistas o posmodernas en súper mansiones para obscenas exhibiciones de exitosos millonarios.”[2]
La fachada es la primera imagen de la casa y es la muestra más clara del contenido autobiográfico que tiene la construcción; es densa, prácticamente cerrada al exterior, lo cual resguarda un riquísimo interior de la contaminación que pueda afectarlo desde el exterior. “Barragán no es un arquitecto fácil de escrutar, es más, creó un mito de sí mismo asentado en el misterio, el silencio y la soledad”[3]
Ya al interior de la construcción encontramos un sinnúmero de espacios que hablan con un lenguaje propio, generando con esto, un juego de sensaciones y percepciones diversas en el habitante al ir recorriendo su interior. Cada espacio tiene sus propios colores, sus propias texturas, su propio espíritu, su propio significado.
De entrada nos encontramos con una portería diminuta, de un color amarillo encendido, la cual podría compararse con la exclusa de un submarino la cual protege el interior deteniendo la entrada de agua; en este caso es una esclusa que protege el interior de la contaminación exterior y desinfecta al habitante preparándolo para su entrada al “paraíso”. A continuación encontramos vestíbulo color rosa mexicano en cual más que parecer un espacio interior, asemeja un patio exterior que tiene una conexión directa con el paisaje circundante.
Entre los espacios interiores de la casa, es importante mencionar la estancia y la biblioteca, ya que son espacios interconectados pero que hablan lenguajes totalmente diferentes. Los dos están separados por un muro bajo, el cual los separa, pero a la vez los une, generando la percepción visual de entre los dos, generar un único espacio; la estancia es un lugar amplio, abierto al exterior (fotografía capítulo I), que incluso pareciese ser parte integral del paisaje, mientras la biblioteca es un espacio de recogimiento interior y autoconocimiento, donde se vive una inmensa tranquilidad, que a diferencia del espacio consecutivo donde la tranquilidad es dada por la naturaleza, en éste es generada por el aprendizaje y la lectura.
Otros espacios supremamente importantes en la primera planta son el patio de ollas y el jardín, los cuales son espacios abiertos que tienen una conexión directa con el firmamento y son, como se ha mencionado anteriormente “la naturaleza domesticada traída al interior”.
Ya en la segunda planta, encontramos los dormitorios, los cuales son el aposento del cuerpo y el alma, donde el habitante descansa y se reanima para continuar con su cotidianidad. Cada espacio habla un idioma propio, y a pesar de ser aparentemente similares, el juego de luz y sombras los diferencian claramente. Son espacios cerrados, protegidos, privados, donde cada individuo es parte del espacio, y el espacio se vuelve parte de él.
En la tercera planta encontramos la terraza, la cual es un espacio sobrio y muy limpio, sin decir con esto que sea plano y monótono; al contrario, tiene una riqueza inimaginable, donde el lenguaje está dado por un sutil juego entre volúmenes y colores, los cuales se correlacionan entre sí y con su entorno.
ESTEREOTOMIA
DE LA LUZ
La imagen estudiada es tomada
del libro “Luis Barragán Frente Al Espejo” del autor Antonio Luis Barbarin; la
imagen hace referencia al proyecto Casa – Estudio del arquitecto Mexicano Luis
Barragán.
En esta imagen se muestra
claramente el estilo único del arquitecto, donde convergen un sinnúmero de
aspectos que han influenciado su obra: La estereotomía, La cultura propia de su
región, El colorido latinoamericano, La influencia de otros arquitectos, entre
otros. Otro aspecto interesante que refleja la fotografía y que evidencia
claramente las intenciones del arquitecto es como el exterior y el interior se
entrelazan por un juego de luces y sombras, de colores y texturas las cuales
generan un equilibrio complementario entre el “afuera” y el “adentro”, logrando
con esto, que de cierta manera el paisaje exterior pase a formar parte compositiva e integral
del espacio interior.
En la imagen observamos una
secuencia de planos los cuales se diferencian entre si por la iluminación que sobre
ellos recae. El primer plano se encuentra prácticamente en la penumbra y solo
permite leer los contornos de los elementos que sobre él se posan, logrando que
el espectador intuya que tipo de elementos son sin verlos claramente. Este
plano oscuro enmarca la fotografía y logra aun mas contraste entre el juego de
colores, iluminación y sombras de los planos que lo preceden.
El siguiente plano esta
conformado por un mobiliario propio de la casa, el cual, logra evidenciar el
uso que tiene dicha zona, además, sirve como referente para entender las
proporciones del espacio y la doble altura que éste posee, lo cual seria
difícil de comprender si no existiera ningún elemento que sirviera como
referente dentro de la fotografía. Lo interesante de este plano es que no se diferencia
muy claramente que es piso, muro o techo, sino que más bien se entiende como
una gran horadación en el volumen lo cual genera una conexión con el exterior y
permite la entrada de la luz, “parece una horadación de la luz a la oscuridad”. HORADAR: Perforar un objeto atravesándolo
completamente[4].
El tercer plano esta compuesto
en su totalidad por el gran ventanal el cual genera la mayor tensión en la
fotografía, ya que además de estar en todo el centro de ésta, se diferencia de
los otros planos por los reflejos lumínicos que sobre él se proyectan; en este
mismo plano traslucido se reflejan elementos del interior y el exterior lo cual
genera un efecto visual que fácilmente podría tomarse como el resumen de la
totalidad del espacio. A pesar de ser un ventanal de proporciones
considerables, no posee marcos laterales lo cual enfatiza aun más la precepción
de horadación en el volumen. Los marcos centrales dividen el ventanal en cuatro
módulos idénticos, lo cual reduce un poco la percepción que el habitante tiene
sobre esta, acercando el espacio un poco más a una escala humana.
Finalmente
encontramos un plano posterior el cual nos muestra una naturaleza domesticada,
la cual tiene una relación directa con el espacio interior, viéndose en la
fotografía prácticamente como la continuación de la horadación, pero en la
naturaleza. El verde intenso del exterior contrasta fuertemente con el color
pastel del interior, logrando con esto una mayor sensación de calidez en el
espacio interno.
[1]
Discurso de Aceptación del Premio Pritzker. Ruíz Barbarín,
Antonio. 2008. Luis Barragán frente al espejo, la otra mirada.
Barcelona. Fundación Caja de Arquitectos.
[2] Juan Molina y Vedia. 2001. Luis Barragán: Paraísos.
Madrid. Artes Gráficas S.A
[3] Antonio Riggen. 2000. Luis Barragán. Escritos y
Conversaciones. México. Editorial Croquis
[4]
Diccionario Escolar Vox. Editorial rei. 1955. 2da Edición.
Imagenes y Planos Casa- Estudio
PLANTA PRIMER PISO CASA – ESTUDIO LUIS BARRAGÁN
Imagen obtenida el 8 de Enero del 2012 desde:
http://www.casaluisbarragan.org/planos/primera_planta.html
PLANTA SEGUNDO PISO CASA – ESTUDIO LUIS BARRAGÁN Imagen obtenida el 8 de Enero del 2012 desde:
http://www.casaluisbarragan.org/planos/primera_planta.html
Imagen obtenida el 8 de Enero del 2012 desde:
http://www.casaluisbarragan.org/planos/segunda_planta.html
PLANTA TERCER PISO CASA – ESTUDIO LUIS BARRAGÁN
Imagen obtenida el 8 de Enero del 2012 desde:
http://www.casaluisbarragan.org/planos/tercera_planta.html
Imagen obtenida el 8 de Enero del 2012 desde:
http://www.casaluisbarragan.org/planos/tercera_planta.html
Bibliografía
- Ruíz Barbarín, Antonio. 2008. Luis Barragán frente al espejo, la otra mirada. Barcelona. Fundación Caja de Arquitectos.
- Louise Noelle. 1996. Luis Barragán, Búsqueda y Creatividad. México D.F. Universidad Nacional Autónoma de México.
- Juan Molina y Vedia. 2001. Luis Barragán: Paraísos. Madrid. Artes Graficas S.A
- Antonio Riggen. 2000. Luis Barragán. Escritos y Conversaciones. México. Editorial Croquis.
- Mariana Moreira Teixeira. 2008. Tres Casas de Luis Barragán. Barcelona. Universidad Politécnica de Cataluña. Departamento de Proyectos Arquitectónicos. Máster Oficial en Teoría y Práctica del Proyecto de Arquitectura. Extraído el 2 de Enero del 2012 desde http://upcommons.upc.edu/pfc/bitstream/2099.1/5679/1/Tesina_Mariana%20Moreira%20Teixeira_Tres%20Casas%20de%20Luis%20Barragan.pdf
- Wikipedia. Luis Barragán Morfín. Información Consultada el 4 de Enero del 20120 desde http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Barragán_Morf%C3%ADn
- Casa Luis Barragán. Información Consultada el 6 de enero de 2012 desde http://www.casaluisbarragan.org/
- Luis Barragán the architect of the Mexican garden of Eden. Extraído el 2 de Enero del 2012 desde http://arquidocs.blogspot.com/2008/06/luis-barragan-architect-of-mexican.html
- Ruíz Barbarín, Antonio. 2008. Luis Barragán frente al espejo, la otra mirada. Barcelona. Fundación Caja de Arquitectos.
- Louise Noelle. 1996. Luis Barragán, Búsqueda y Creatividad. México D.F. Universidad Nacional Autónoma de México.
- Juan Molina y Vedia. 2001. Luis Barragán: Paraísos. Madrid. Artes Graficas S.A
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