UNIDAD HABITACIONAL DE MARSELLA
POR: LAURA CATALINA HERNÁNDEZ GUEVARA
Una gran vida, grandes obras: un gran arquitecto
Desde sus orígenes Charles Edouard Jeanneret Gris (1887-1965) fue sensible al arte y a las tareas manuales, a los 14 años entró a la Escuela de Arte de su ciudad de origen La-Chaux-de-Fonds donde empezó su aprendizaje como grabador y escultor; gracias a L’Eplatenier[1] gran maestro quien ayudo al joven en su interés por la arquitectura.
Su pseudónimo Le Corbusier es tomado del apellido de su abuelo materno: Lecorbésier, que a su vez significa cuervo.
La imagen se encuentra este personaje que marcó un hito magnifico en la arquitectura moderna, maestro de la arquitectura racionalista; quien definió la arquitectura como “el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes ensamblados bajo la luz…; los cubos, los conos, las esferas, los cilindros y las pirámides son las grandes figuras primarias que la luz plasma eficazmente… porque son formas bellas… ”[2] complementado con la utilización de los materiales sin alteraciones; generan una inclinación al purismo.
En el primer plano Le Corbusier la imagen de un hombre maduro, incansable trabajador en su vocación; de apariencia relajada, vestido con una camisa desapuntada, con aspecto un poco desprolijo por el calor del verano. Arquitecto, pintor, urbanista y teórico de la arquitectura. Perfeccionista, egocéntrico, sarcástico y lírico, “temperamento de relojero suizo y, al mismo tiempo pintor abstractomaníaco de codificaciones y propagandista de extraordinaria versatilidad; defensor categórico de esquemas, ansioso de destacar, más que por la excelencia de los resultados poéticos, por la genial claridad metodológica…”[3] El hombre, académico y autodidacta en la arquitectura, sus viajes desempeñaron un papel decisivo en su formación; a lo largo del recorrido en Europa central y el mediterráneo, él hizo tres descubrimientos arquitectónicos importantes. El Charterhouse de Ema en Galluzzo, en Toscana, con tal que un contraste entre los espacios colectivos extensos y las "células vivas individuales", formaron la base para su concepto de edificios residenciales. La arquitectura del siglo XVI de Andrea Palladio en la región de Veneto en Italia y de los vestigios griegos, bases para las teorías de proporción que formuló.
La imagen de su cuerpo se destaca del resto de elementos de la fotografía, de modo que la atención está en él. Aunque no debería ser de ese modo; en segundo plano vemos la Unidad Habitacional de Marsella, uno de sus proyectos icónicos y punto de referencia para los arquitectos; este proyecto también sirvió para que Le Corbusier aplicara las teorías de proporción a escala de donde se origina el Modulor[4]; además la teoría de la “Ville Radieuse”. Obra controvertida para la reconstrucción de Francia; repetida en Nantes, Berlín y en Briey- Foret. Un ejemplo arquitectónico en el modo de habitar. Se muestra el alzado sur del proyecto donde están ubicados apartamentos; en medio del proceso constructivo, al ser una fotografía en blanco y negro parece estar en obra negra, sin sus acabados finales, ni los colores característicos de las terrazas por apartamento.
El curioso ángulo desde el cual fue tomada la fotografía haciendo que se vea la hasta una esquina superior del volumen contenedor y a el arquitecto de la cintura para arriba, hace pensar que fue una fotografía especialmente pensada para lograr este efecto, premeditada y calculada; de manera tal que el fotógrafo debió adoptar una posición en cuclillas. Como haciendo una especie de venia tanto al hombre como a la obra, dando posiblemente las gracias por tantos proyectos y tan magnífico trabajo, por soluciones impecables y lógicas.
Su pseudónimo Le Corbusier es tomado del apellido de su abuelo materno: Lecorbésier, que a su vez significa cuervo.
La imagen se encuentra este personaje que marcó un hito magnifico en la arquitectura moderna, maestro de la arquitectura racionalista; quien definió la arquitectura como “el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes ensamblados bajo la luz…; los cubos, los conos, las esferas, los cilindros y las pirámides son las grandes figuras primarias que la luz plasma eficazmente… porque son formas bellas… ”[2] complementado con la utilización de los materiales sin alteraciones; generan una inclinación al purismo.
En el primer plano Le Corbusier la imagen de un hombre maduro, incansable trabajador en su vocación; de apariencia relajada, vestido con una camisa desapuntada, con aspecto un poco desprolijo por el calor del verano. Arquitecto, pintor, urbanista y teórico de la arquitectura. Perfeccionista, egocéntrico, sarcástico y lírico, “temperamento de relojero suizo y, al mismo tiempo pintor abstractomaníaco de codificaciones y propagandista de extraordinaria versatilidad; defensor categórico de esquemas, ansioso de destacar, más que por la excelencia de los resultados poéticos, por la genial claridad metodológica…”[3] El hombre, académico y autodidacta en la arquitectura, sus viajes desempeñaron un papel decisivo en su formación; a lo largo del recorrido en Europa central y el mediterráneo, él hizo tres descubrimientos arquitectónicos importantes. El Charterhouse de Ema en Galluzzo, en Toscana, con tal que un contraste entre los espacios colectivos extensos y las "células vivas individuales", formaron la base para su concepto de edificios residenciales. La arquitectura del siglo XVI de Andrea Palladio en la región de Veneto en Italia y de los vestigios griegos, bases para las teorías de proporción que formuló.
La imagen de su cuerpo se destaca del resto de elementos de la fotografía, de modo que la atención está en él. Aunque no debería ser de ese modo; en segundo plano vemos la Unidad Habitacional de Marsella, uno de sus proyectos icónicos y punto de referencia para los arquitectos; este proyecto también sirvió para que Le Corbusier aplicara las teorías de proporción a escala de donde se origina el Modulor[4]; además la teoría de la “Ville Radieuse”. Obra controvertida para la reconstrucción de Francia; repetida en Nantes, Berlín y en Briey- Foret. Un ejemplo arquitectónico en el modo de habitar. Se muestra el alzado sur del proyecto donde están ubicados apartamentos; en medio del proceso constructivo, al ser una fotografía en blanco y negro parece estar en obra negra, sin sus acabados finales, ni los colores característicos de las terrazas por apartamento.
El curioso ángulo desde el cual fue tomada la fotografía haciendo que se vea la hasta una esquina superior del volumen contenedor y a el arquitecto de la cintura para arriba, hace pensar que fue una fotografía especialmente pensada para lograr este efecto, premeditada y calculada; de manera tal que el fotógrafo debió adoptar una posición en cuclillas. Como haciendo una especie de venia tanto al hombre como a la obra, dando posiblemente las gracias por tantos proyectos y tan magnífico trabajo, por soluciones impecables y lógicas.
[1] Charles
L’Eplatenier (1874-1946): pintor, arquitecto, escultor y diseñador Suizo, uno
de los principales creadores de ART NOVEAU en Suiza, mentor de Le Corbusier en
la Escuela de Arte de La-Chaux-de-Fonds, en donde se convirtió en maestro a los
23 años depues de estudiar en la Escuela de Artes Decorativas de París y luego
en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
La Unité d’Habitation de Marsella en la historia
Debido a la destrucción en Francia, en la posguerra se presenta una alternativa: verificar e intentar cambiar el esquema urbanístico y la distribución de las áreas residenciales, en relación con las fuentes de trabajo, previendo los inconvenientes; o seguir con la planificación y distribución actual corrigiendo técnicamente los problemas encontrados. En 1944 se organiza el Ministerio de la Reconstrucción y Urbanistica, que se ocupa tanto de la planificación urbana y rural como de la construcción subvencionada.
Para Le Corbusier el fin de la guerra significó “el punto de partida para el comienzo a oda máquina, de la reconstrucción de Europa.”[1] “hay ruinas, piedras caídas, ideas frustradas. La forja universal está trabajando a toda velocidad. ¡Es menester darle trabajo! ¡Debemos crear los elementos, las herramientas de la felicidad, el equipo para un mundo moderno!”-Le Crobusier.
Tras las dificultades diversas generadas por las leyes sobre reparación de los daños de guerra, basándose en la reconstrucción de los inmuebles destruidos, éstas medidas contribuyen a rigidizar y obstaculizar en encuadre urbanístico del problema de la vivienda. Eugène Claudius-Petit, ministro francés para la reconstrucción fue el mayor protector de este proyecto.
El diseño de este proyecto fue encargado a Le Corbusier en el verano de 1945 por el Ministerio de Reconstrucción de Francia. En este se dio a el arquitecto máxima libertad de expresar sus ideas sobre el habitar moderno, con el único objetivo de cubrir las necesidades de la población de la época, se debía generar diferentes tipos de apartamentos además de zonas de encuentro (teniendo en cuenta que la guerra había dejado destruidas más de 45 mil viviendas, una profunda crisis de la vivienda por la inactividad de la construcción y una transformación económica y social). Se aplica así el concepto de la unité d’habitation que Le Corbusier ha madurado lentamente en veinte años, encaminado en encontrar una dimensión arquitectónica correspondiente al elemento base de la ciudad, ya que el punto de partida se remonta a 1907, y la primera formulación arquitectónica se sitúa en 1922, con el Immeuble Villas.
La unidad habitacional situada sobre una superficie de terreno de nueve acres en los alrededores de Marsella, se orienta en dirección este-oeste. Construida de 1946 a 1952, todo un sector del hábitat en un solo bloque. Es una enorme losa de cuatrocientos cincuenta pies de largo, de sesenta y seis pies de espesor y de aproximadamente doscientos pies de altura. Trescientos treinta y siete apartamentos dúplex, de veintitrés tipos diferentes pudiendo albergar, desde solteros hasta familias numerosas, según la distribución de tres elementos básicos:
1. Chimenea, cocina y sala
2. Habitación de padres y baño
3. Doble habitación para niños, ducha y ropero
Para un total mil seiscientos habitantes en apartamentos completamente estandarizados, que no se tocan unos con otros y se encuentran aislados del esqueleto por compartimientos de plomo a prueba de ruidos; diecisiete pisos, quince pisos de viviendas más un “centro comercial” de dos pisos que se extiende a lo largo del edificio a un tercio de su altura. Dos filas de pilotis sostienen la losa monumental dejando la primera planta libre; también encontramos la terraza-jardín en la que se encuentran las áreas comunes tales como: una pista de atletismo de trescientos metros, un gimnasio cubierto, un club, enfermería, guardería y un espacio social.
Como escribe Françoise Choay en su libro Le Corbusier: “Como vivienda, la Ville Radieuse de Marsella expresa la preocupación número uno de Le Corbusier al proyectar grupos de viviendas: satisfacer las aspiraciones al mismo tiempo individuales y colectivas del ser humano. Con su doble nivel y merced al sistema de intersección, cada apartamento es como una villa integrada en una colectividad vertical. Este edificio es único, gracias a su sistema orgánico, es el equivalente, si no las supera, de las colectividades horizontales de los clásicos barrios residenciales de las ciudades o suburbios.”[2]
De modo tal que se compara la eficiencia de la misma densidad con terrenos de diferentes dimesiones: de quinientas casas unifamiliares en la criticada por Le Corbusier ciudad-jardín en un terreno de cuatrocientos cincuenta metros de lado, a la Unité de quinientas viviendas en un terreno de ciento sesenta metros de lado.
En el mismo texto encontramos la descripción que le da el autor a la estética del proyecto: “la Villa Radieuse de Marsella ilustra la debilidad de Le Corbusier por el hormigón, como material noble. Todos sus accidentes y deformaciones son aprovechados. La plástica poderosa y estructural tiene una función de expresión completada con el uso de una violenta policromía. Finalmente, en el bloque de Marsella se dan cita varios contrastes (por ejemplo, el vestíbulo, que opone el cristal al hormigón)”6.
Toda esta apariencia accidentada y deformada hace parte de un “abandono de la tecnología maquinista del peso ligero, propia de la época anterior a la guerra”[3] De tal manera que la unidad se ve construida por unos métodos “brutalistas” en los cuales se presentan formas geométricas angulosas, texturas rugosas y rústicas. El uso de formaletas de madera sin pulir generan estos efectos. Muy a pesar de las críticas norteamericanas acostumbrados a acabados alcanzando la perfección y en donde se creía que los materiales de la posguerra serian “sintéticos fabulosamente terminados y hermosamente fabricados y armados, componentes para la construcción hechos de aluminio, plástico y cristal. Todo sería más fino, más liso, más industrializado, más racional que nunca”. El “betón brut” de la unité hacen de ella una edificación a la que no le pasa el tiempo: un material que permanece decente al pasar los años; las razones son muchas pero se puede destacar que después de la guerra Le Corbusier observo como las fachadas de sus edificaciones anteriores tenían un aspecto grisáceo y sucio. Otra razón es el bajo costo del hormigón sin terminaciones.
En el libro Maestros de la Arquitectura de Peter Blake añade: “Corbu está atado al hormigón. No solamente porque era un material “moderno” sino porque era un material plástico expresivo y escultórico y además el único material que en la economía de la construcción de Francia, ofrecía la posibilidad de construir pilotis como recurso de arquitectura urbana y la cualidad de planta flexible en su interior. Sintió que las potencialidades del hormigón armado habían sido apenas exploradas: el material era con toda seguridad capaz en tal variación en su textura y color que no había necesidad de aplicarle terminación alguna con estuco o pintura. Y había comprobado con los encofrados de madera en los cuales se volcaba el hormigón no necesitaban prepararse con tablas completamente pulidas de terciad, sino que podían ser armadas con tablas comunes, unidas mediante clavos con juntas un poco abiertas para conseguir la marca de líneas y aun la impresión de la madera misma en la superficie fraguada del hormigón.”[4]
Con innumerables críticas por parte de la Corporación para la Estética de Francia fueron en vano, y en 1952 se termina la obra con un resultado arquitectónico asombroso, pero con ciertos problemas de funcionamiento a la vista: “parte de la viviendas permanecen vacías, y los servicios comunes de las séptima y octava planta –tiendas de comestibles, bar, cafetería, tabacalera, peluquería, kiosco de periódicos, floristería, oficina de correos- se realizan sólo más tarde. Así durante varios años el edificio funciona solo como un monumento, visitado cada día por trescientas personas que pagan a la entrada; se organizan exposiciones de pintura y reuniones varias, y los carteles turísticos lo anuncian sin mas como ville radieuse.”[5]
De este modo se entiende que la primera de muchas unidades, equivale a una “propuesta demostrativa”. La mal llamada “casa del tonto” ahora es uno de los más grandiosos modelos arquitectónicos sobre la vivienda posiblemente basado en los bloques comunitarios soviéticos de los años veinte o en el modelo del Falansterio de Fourier en el s. XIX. La unité era considerada por su autor como la restauradora de la dignidad de la arquitectura a la más simple vivienda individual.
[1] BLAKE,
Peter, Maestros de la Arquitectura,
1960, Editorial Victor Leru S.R.L. Buenos Aires, 1963. Página 100.
[3] FRAMPTON, Kenneth, Historia
crítica de la Arquitectura Moderna, Editorial Gustavo Gili, S.A. Barcelona,
1981. Página 228
[4] BLAKE,
Peter, Maestros de la Arquitectura,
1960, Editorial Victor Leru S.R.L. Buenos Aires, 1963. Página 106.
[5] BENEVOLO,
Leonardo, Historia de la Arquitectura
moderna, 1987, Editorial Gustavo Gili, S.A. Barcelona, 1981.
El Habitar en la Unidad
Como bien se sabe el proyecto debía cubrir las necesidades de la sociedad de Francia en la segunda posguerra, después de la destrucción se debía generar un espacio para albergar a las familias de forma eficiente, funcional y no como en casas unifamiliares. De modo que en este, se consolidan todos los conceptos modernos acerca del habitar.
La posibilidad de seleccionar fotografías deshabitadas es muy amplia de modo que en ellas se da un modelo de arquitectura de catalogo, genérica, y no como en este caso que hace pensar a quien la ve en la oportunidad de situarse (o a sus hijos) en este espacio.
Esta fotografía llamo mi atención porque muestra el carácter colectivo del espacio y como se habita, el rito y la actividad para la que fue construido; la fotografía se sitúa en la terraza de la unidad donde se encuentran las zonas comunes generando un gran espacio de esparcimiento y vitalidad para los residentes: una pista de atletismo de 300 metros, un gimnasio cubierto, un club, enfermería, guardería y un espacio social. En ella los niños de la guardería están tomados de la mano seguramente cantando rondas junto a sus maestras, lo que llevaría a que nos preguntásemos: ¿Realmente tienen la conciencia de este espacio arquitectónico ejemplar donde se está desarrollando su infancia?, a veces no notamos lo que nos rodea, pero en esta imagen es imprescindible no perder ni un solo detalle. Como por ejemplo encontramos a una niña en la parte izquierda de de la imagen; ella está mirando al fotógrafo de modo tal que es la única que se ha dado cuenta de que están siendo retratados. De alguna manera la imagen es genera una melancolía de tiempos pasados y muy lejanos, pero a su vez irradia la alegría de los niños.
Se evidencia claramente la escala humana, las sombras de los volúmenes bajo la luz, elementos verticales esbeltos que sostienen elementos de apariencia maciza; lo que le da un carácter más horizontal a todo el proyecto. También hay una serie de formas curvas que crean una especie de laberinto que poseen lugares para sentarse y tomar el sol. Estas formas curvas y rectas crean un contraste o contradicción por la diferencia de contornos, sin embargo cada uno de ellos es contenedor de otros elementos; otro contraste muy notorio se encuentra entre los elementos altos y los elementos bajos.
En esta terraza se presentan montañas artificiales análogas a las montañas del horizonte, de este modo se genera la relación con la vista horizontal más abstracta. En cuanto a la luz se nota como en diferentes horas del día lo volúmenes se ven afectados de manera distinta; el espejo de agua refleja el cielo y todo lo que este conlleva como el estado del tiempo. En cuanto a materiales podemos destacar el uso del hormigón puro, lo que le da ese característico color grisáceo.
Imágenes y planos de la Unité d’habitation de Marsella
Perspectiva Fachada Este, 1945
Elevación y planta de la cubierta/ Sección sur y Fachada oeste
Plantas generales
Fachada Sur y Norte
Bibliografía
BLAKE, Peter, Maestros de la Arquitectura, 1960, Editorial Victor Leru S.R.L. Buenos Aires, 1963.
CHOAY, Françoise, Le Corbusier, 1966, Editorial Bruguera S.A. 1961.
FRAMPTON, Kenneth, Historia crítica de la Arquitectura Moderna, Editorial Gustavo Gili, S.A. Barcelona, 1981.
BLAKE, Peter, Maestros de la Arquitectura, 1960, Editorial Victor Leru S.R.L. Buenos Aires, 1963.
BENEVOLO, Leonardo, Historia de la Arquitectura moderna, 1987, Editorial Gustavo Gili, S.A. Barcelona, 1981.
JARDOT , Maurice, Le Corbusier. Textes et planches, Edicitions Vincent, Fréal & Cie. París.
BOESIGER,W. GIRSBERGER H., Le Corbusier 1910-65, Editorial Gustavo Gili, SA, Barcelona , 1971
BOESIGER,W, Ouvre Complete vol. 5 / 1946-1952 Le Corbusier, Les Editions d’Architecture, Zurich, 1966. Fotografías: Lucien Hervé, París
ZEVI, Bruno, Historia De La Arquitectura Moderna, Editorial Poseidón, 1980.
COHEN, Jean-Louis, Le Crobusier, Le Grant. Phaidon editors, Nueva York, 2008
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