miércoles, 19 de noviembre de 2014

Casa Bermúdez-Samper, Bogotá. 1952-1960, Guillermo Bermúdez Umaña



Nicolás Moreno Romero, 1032467316
Casa Bermúdez-Samper, Bogotá. 1952-1960, Guillermo Bermúdez Umaña

SOBRE UNA OBRA, SU ARQUITECTO Y SU CONTEXTO:
ANÁLISIS DE LAS IDEAS PRESENTES EN LA CASA BERMÚDEZ Y SU POSICIÓN HISTÓRICA

La arquitectura moderna tiene múltiples manifestaciones, este texto busca analizar una de ellas. Se trata del “Estilo Internacional” y su acogida en Colombia, entendida a partir de una obra: La Casa Bermúdez del arquitecto Guillermo Bermúdez Umaña construida en Bogotá durante los años 50. El objetivo primordial es el de descubrir ¿Cuál es el aporte que Guillermo Bermúdez - a través de la Casa Bermúdez - ha hecho a la historia de la arquitectura moderna y al concepto del habitar moderno específicamente en nuestro país?  Lo cual se buscará resolver a partir del estudio de la casa. Apoyados en las opiniones que se han difundido sobre ésta, y en sus características, se intentarán hallar las ideas que se encuentran tras su construcción. “Saber por qué se construye, cuál es el significado original de esta acción”[1] se convertirá en la pregunta fundamental de la primera parte del texto. Posteriormente, y habiendo esclarecido estas ideas, se contrapondrán a las que han sido divulgadas por los historiadores, con el fin de tener una visión suficientemente amplia de la cuestión y, así, tener la posibilidad de sacar conclusiones acertadas.
Se pasará, entonces, a realizar el análisis de la casa, el cual se propone elaborar a partir de un recorrido de carácter imaginario. Un recorrido, previsto por el arquitecto en el momento de diseño, que es a la vez una acción desarrollada en el tiempo y en el espacio. La casa pasa a ser entendida como un sistema de espacios y de estructuras temporales imbricados entre sí. Este recorrido no pretende hacerse a lo largo de toda la casa es, más bien, uno que haremos en torno a los aspectos que nos interesan por estar relacionados de alguna manera con los ideales del Movimiento Moderno. Al aproximarnos a la vivienda como sus habitantes nos es posible examinar cómo responde la arquitectura a las personas para quienes está diseñada y que son, en últimas, quienes le dan razón de ser; [2] que en este caso resultan ser el arquitecto y su familia. Lo que nos confiere una visión doble sobre este: Sobre cómo entiende el concepto de casa y sobre cómo se estructura su idea propia de habitar.
La casa comienza en la calle, o mejor, en el punto donde esta termina. Es desde allí que se nos presenta una primera imagen del conjunto. Podemos observar un antejardín, el espacio para el parqueo de un auto, la entrada, cubierta por un pórtico; y la fachada occidental, por la cual se realiza el acceso. Al ingresar nos encontramos en el espacio principal de la casa, el salón. Es un espacio de doble altura cubierto con bóvedas que mira hacia el jardín posterior. Este espacio nos recuerda a los que usualmente diseñaba Le Corbusier. Sin embargo notamos también una diferencia: en las casas de Le Corbusier los espacios que se ubican en el segundo nivel se comunican con este, cosa que no sucede aquí. Notamos ya un contraste. El espacio en la casa Bermúdez no parece ser, desde este punto de vista, una “sala panóptica”.[3] La importancia de la vida privada no se degrada, tampoco la de la vida social, y los espacios en los que estas se desenvuelven no se comunican directamente. La casa es una composición de partes que establecen relaciones y, en este, caso no se genera una disolución en los límites de las partes.
Aquí notamos una característica particular: La calidad espacial del recinto en el que nos encontramos. Dependiendo de la hora del día veremos entrar la luz solar por el oriente o el occidente, los reflejos y las sombras que se producen nos dan una idea del ambiente que quería crear el arquitecto en este espacio. La sala es “acogedora y cálida”[4]. Si la contraponemos a otra visión podemos sacar un apunte importante: se trata del modelo de casa positivista que ha sido caricaturizada por Jacques Tati en la película “Mon Oncle;” habitada por la familia Arpel; y que Iñaki Ábalos recoge en su libro La buena vida: Visita guiada a las casa de la modernidad. En contraposición a la descripción que hace María Cecilia O’Byrne, “veamos ahora cómo enseña la casa la señora Arpel a sus vecinas, con qué orgullo explica lo ‘funcional’ que es su aprovechamiento – ‘es muy práctico, todo se comunica […] las habitaciones están bien orientadas, todas dan al jardín’-.”[5] La casa Bermúdez también tiene un aprovechamiento funcional del espacio, sus habitaciones también se encuentran correctamente orientadas, la mayoría de espacios dan al jardín. Aquí aparecen similitudes importantes  y, sin embargo, observaremos ciertas diferencias.
Pasemos Ahora a revisar los espacios en el segundo nivel. Aquí encontramos dos habitaciones y un baño. Las habitaciones no se comunican entre sí. Cada una tiene una ventana hacia el exterior, bien sea hacia el oriente o el occidente. En los planos podemos ver algo del mobiliario que se plantea para la casa. En las habitaciones se encuentran: para los padres una cama doble junto con dos mesas de noche y un armario. Para los hijos dos camas entre las que se encuentra la ventana y, aparte, un reducido armario. Este trato del espacio podría asociarse a los experimentos realizados para la “vivienda mínima”.
Si nos dirigimos a la zona de servicios que se encuentra bajo los dormitorios, veremos también espacios muy reducidos para la cocina y para la habitación del servicio. Lo que presentíamos anteriormente se hace aquí evidente. Esta casa es, sin duda, una incursión dentro del terreno de la  habitación mínima. A esto se suma otra característica particular. En los costados norte y sur existen muros totalmente cerrados, aparece la idea de la repetición en hilera. La casa no se repitió, sin embargo, las características antes mencionas nos dejan entrever que esta era la intención.
Antes de seguir nuestro recorrido se hace necesario precisar un aspecto: la casa que visitamos se construyó por etapas. Primero el volumen principal, en el que encontramos el salón, los espacios para servicios y los espacios para dormir que hemos visitado antes. Además de este se encontraban, en la primera etapa de la casa, el espacio para la entrada y el jardín. Luego se expande el lote hacia el costado sur, en donde se construye un nuevo dormitorio, que pasa a ser el principal, y un estudio. Por último se amplía el área de servicios. Se transformó de ésta manera la percepción del conjunto: Ya no es un volumen compacto, ha tomado una forma  irregular que se extiende hacia el jardín. Este último también cambia. Inicialmente era considerado como la extensión del espacio interior, pero pasa a ser su razón de ser. La unidad entre construcción y naturaleza se ha tornado indispensable.
El desarrollo de la casa va ligado al desarrollo de la idea de la casa. Por esto es importante analizarlo. La habitación reciente es más amplia que las construidas anteriormente, la relación con el jardín se hace más evidente, la aparición de un nuevo espacio junto a esta, una pequeña sala con chimenea, hace que el conjunto se enriquezca compositivamente. Lo que antes era un único volumen es ahora una estructura más compleja. Esta nueva concepción del dormitorio podría ser explicada a partir del contexto. Weiss Salas hace un recuento de los referentes bibliográficos que Bermúdez usaba y encuentra “un grupo de revistas que representa una corriente importante de posguerra, consignada en publicaciones como Domus, Casabella, Zodiac y Urbanística, las cuales se proponen un replanteamiento de los principios de la arquitectura moderna fundamentado en la introducción de las tradiciones locales, del trabajo del artesano y de las expresiones de folclor, todo esto mediado, como es natural, por la visión moderna representada en la forma de vivir y en el resurgimiento de la producción de la industria.”[6] Esta nueva visión que, como apunta María Cecilia O’Byrne, está más influenciada por Aalto que por Le Corbusier;[7] definirá el carácter de la obra posterior de Guillermo Bermúdez en la que se observará una "asimilación de corrientes internacionales más amplias y diversas.”[8]

Por último queda recorrer el, ya tan mencionado, jardín. Luego de salir y haber experimentado el interior de la casa nos dirigimos a éste, su “telón de fondo”.[9] Allí vemos una cuidadosa puesta en escena de varios elementos, realizada por la esposa del arquitecto, Graciela Samper, quien igualmente estudió arquitectura. En nuestra visita imaginaria nos encontraríamos con frondosos árboles que no siempre estuvieron ahí.  En lo que anteriormente era un “jardín que cubría un plano horizontal”, “la vegetación se levanta y (…) se hace más plástica y ‘tropical’”[10], quitándole, de esta manera, el papel a los cerros de ser ese “telón de fondo”; para pasar a ser los protagonistas del renovado “equilibrio entre naturaleza y artificio”[11] que nos ha acompañado durante toda la visita. El jardín es juez y testigo de nuestras acciones. Tal vez sea ésta la razón por la que el espacio principal ha sido llamado “sala panóptica”. Esta relación de vigilancia no se da hacia las habitaciones, se da hacia y desde el jardín.
Terminando de esta manera nuestra visita, de la cual hemos sacado apuntes importantes, nos propondremos, ahora, relacionarlos con el contexto en el que surgen, para así descubrir en qué medida las características que hemos repasado pueden constituir un aporte a la arquitectura y al sentido de habitar modernos. Si retomamos estas características y las contraponemos a un libro específico: Historia de la Arquitectura en Colombia[12], podremos ser capaces de entender el aporte en su debido contexto.
El periodo en el que nos interesa centrarnos, el del Movimiento Moderno, tiene su propia historia. En Colombia la industrialización demoró más tiempo en aparecer, y por lo tanto en mostrar sus síntomas, que en Europa. A partir de los años 30 comienzan a verse ciertos indicios de su llegada, y sólo a partir de los años 40  se habla de una primera apropiación del Movimiento Moderno en nuestro contexto, fase que se prolongaría por dos décadas, abarcando, así, a la obra motivo del presente estudio. Revisando este contexto, ya más específico que sólo hablar del “Estilo Internacional” o del Movimiento Moderno, podemos ubicar mejor nuestra obra en el tiempo. Esta primera fase de asimilación ha sido nombrada “los alardes de la técnica” coincidiendo con la característica principal del “Estilo internacional” que “fue la de privilegiar la eficiencia constructiva sobre cualquier otra consideración".[13]
De esta manera ya podemos ubicar a la Casa Bermúdez en su entorno. Sin embargo cabe hacer una anotación adicional, esta vez sobre el arquitecto. Guillermo Bermúdez ha sido conocido por la calidad constructiva de sus edificaciones, sin embargo esta podría ser una “aproximación reductiva”; “ya que desde un perspectiva meramente funcional o técnico- constructiva, es difícil retratar una atmósfera, aquello que emociona de la arquitectura de Bermúdez”[14]; que es, sin duda, lo que le ha valido un lugar importante en la historia.
Para resolver el interrogante del aporte debemos adentrarnos aún más en el contexto. Siguiendo con el libro citado de Silvia Arango, encontramos una observación valiosa. “En los años 30 la vivienda se erige como la necesidad sentida más urgente por parte de todos los sectores sociales.” Entonces “la pregunta sobre cuál es la vivienda adecuada se convierte en una cuestión crucial;”[15] Sin embargo, es sólo en los 50 que se “entroniza la visión estandarizada de un ‘tipo’ ideal de vivienda”, “una vez aceptadas socialmente la idea de privatización, la de la nueva familia nucleada y la creencia de que la arquitectura debe responder a las ‘necesidades básicas’ propugnadas por el CIAM: Espacio social, espacio de servicios y espacio de dormir, con minimización del área de circulación y de todo lugar que no poseyera un uso definido.”[16] En esta época la vivienda se  ve como un problema a resolver y, partiendo de que “todo problema bien planteado debe llevar a una solución correcta”, se adoptó un método para diseñarla: “Es un proceso que se desenvuelve en una secuencia lineal, que se inicia con la adopción de un programa funcional de áreas y de un sistema constructivo. A partir de estas escogencias previas (recordemos que en periodos anteriores la decisión previa era la del estilo), se racionaliza la distribución del programa dentro de un juego limitado de variaciones posibles y se adecúa a las características de un terreno o lote específico. Las decisiones sobre la composición de la fachada son normalmente posteriores a las decisiones en planta, de la que son reflejo; allí se aplican elementos identificadores del lenguaje codificado de la modernidad." [17]
Este proceso se adoptó en la vivienda masiva, pero también en las casas propias de los arquitectos que son los “ejemplos paradigmáticos de los ideales arquitectónicos”.[18] De entre estos ejemplos paradigmáticos la historiadora resalta a la casa Bermúdez y a la casa de Rafael Obregón de 1955. La primera es descrita de la siguiente manera: “cubierta con bóvedas aligeradas, pero con una notable elaboración del espacio interno dentro de una estricta sencillez”[19].  
Después de haber llegado del análisis del contexto a las características de la casa, que constituyen el punto desde donde partimos, y, habiendo tomado toda la información que se cree pertinente; damos por terminada la revisión del primero. Pasaremos ahora a resolver, con toda la información que hemos acumulado, el interrogante principal del presente ensayo.
Si queremos resolver esta cuestión debemos hacer más clara la pregunta, ya que la manera como se ha planteado resulta un tanto ambigua. Para esto intentaremos definir la palabra aporte. En el Diccionario de la Real Academia Española se le define como: Contribución, participación, ayuda. Y esta palabra, contribuir, a su vez como: Ayudar y concurrir con otros al logro de algún fin. Surge, entonces, la siguiente pregunta, que es una reformulación de la inicial: ¿De qué manera contribuye Guillermo Bermúdez a la realización de un objetivo? Este objetivo se debe relacionar, inevitablemente, con el del Movimiento Moderno, el cual, como ya sabemos, era el de reemplazar la ciudad antigua. Pero ¿Cómo contribuye a eso Guillermo Bermúdez? La nueva ciudad del Movimiento Moderno no parte desde otro punto que desde la casa. Es en esta construcción en la primera en que se deben “revisar los valores y los elementos constitutivos”.[20] La casa Bermúdez es, entonces, el modelo de “una unidad ‘tipo’ considerada como ‘la solución’ y por ello destinada a ser repetida como un sello”.[21] Este es su aporte a la arquitectura moderna, más específicamente al Movimiento Moderno, el de ser una unidad desde donde pueda partir la nueva y mejorada ciudad.
Pasemos ahora a la otra parte del interrogante principal, ¿cuál ha sido el aporte del arquitecto al sentido de  habitar moderno en nuestro contexto? Teniendo en cuenta que “el espacio y la forma visualizan el modo que tiene el hombre de entender el mundo como un espacio vivido en un momento concreto”,[22] podemos analizar, a partir de las características que hemos mencionado de la casa, qué manera de habitar proponía el arquitecto, tomándola como su aporte. Retomando la idea de vivienda mínima cuyo “problema a ser resuelto” definía Gropius como: “establecer el mínimo elemental de espacio, aire, luz y calor que el hombre necesita para poder desarrollar sus funciones vitales, sin limitaciones debidas a la vivienda misma, es decir un mínimo modus vivendi; en vez de un modus non moriendi”;[23] nos damos cuenta de lo acertada que fue la interpretación de Bermúdez. Teniendo en cuenta el camino que ha venido tomando la vivienda mínima,  en donde “de hecho la tasa de beneficio especulativo en las transacciones es mucho más elevada que la tasa de beneficio empresarial en la construcción de los edificios, hasta el punto de que esta última sea irrelevante; la construcción es ante todo un expediente para monetizar el valor potencial de un terreno, y poco importa si está bien o mal proyectada y ejecutada. El cliente busca un resultado distinto, y el usuario solo debe ser inducido a ocupar de alguna manera el edificio acabado”;[24] Nos damos cuenta de que lo más importante en esta casa ha sido el acto de planear toda una “coreografía” que nos permite disfrutar de la acción de habitar
La Casa Bermúdez fue una alternativa, en su época, para las malas condiciones de alojamiento y lo sigue siendo hoy en día. Para concluir, me gustaría dejar esta frase de Giedion que es útil para el contexto del arquitecto y su obra así como para el nuestro, como arquitectos: "la ciencia y el arte, lo mismo cuando exploran lo ignoto que cuando se anticipan al futuro, reflejan su nivel real, la verdadera esencia de nuestro tiempo. Representan las auténticas fuerzas morales, las que hablarán por nosotros a las generaciones futuras, cuando el horror del mundo exterior actual se haya desvanecido."[25]

BIBLIOGRAFÍA



Ábalos, Iñaki. La Buena Vida: Visita guiada a las casa de la modernidad. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S. L., 2000.
Arango, Silvia. Historia de la Arquitectura en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1989.­­
Benevolo, Leonardo. Historia de la Arquitectura Moderna. Traducido por Mariuccia Galfetti, Juan Díaz de Atauri, Anna Maria Pujol i Puigvehí y Joan Giner. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S.A., 1987.
Bright Samper, Pedro Juan. La construcción de la intimidad: casas de Guillermo Bermúdez Umaña 1952 – 1971. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de artes, 2006.
Charum Bayaz, Memet, Itinerario Interior: El espacio doméstico en la arquitectura de Guillermo Bermúdez. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de artes, 2009.
Giedion, Sigfried. Espacio, Tiempo y Arquitectura (el futuro de una nueva tradición). Barcelona: Hoepli, S. L., 1955.

Norberg–Schulz, Christian. Los Principios de la Arquitectura Moderna: Sobre la nueva tradición del siglo XX. Barcelona: Editorial Reverté, S. A., 2005.
O’Byrne Orozco, María Cecilia. La casa Bermúdez-Samper, 1952-1960. Noviembre 5, 2010 [citado el 16 de junio 2014] Universidad de los Andes: disponible en http://dearq.uniandes.edu.co/sites/default/files/articles/attachments/dearq_07_-_06_obyrne.pdf   

Weiss Salas, Philip. 1 + 1 +2 = uno: forma y figura en el edificio Herrmann de Guillermo Bermúdez. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de artes, 2008.



[1] Iñaki Ábalos, La Buena Vida: Visita guiada a las casa de la modernidad (Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S. L., 2000), 46.
[2] “La casa sin quien la habita no tiene razón de ser.”  Pedro Juan Bright Samper, La construcción de la intimidad: casas de Guillermo Bermúdez Umaña 1952 – 1971 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de artes, 2006), 23.
[3] Memet Charum Bayaz, Itinerario Interior: El espacio doméstico en la arquitectura de Guillermo Bermúdez (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de artes, 2009), 137.
[4] María Cecilia O’Byrne Orozco, “La casa Bermúdez-Samper, 1952-1960,” (noviembre 5, 2010 [citado el 16 de junio 2014] Universidad de los Andes): disponible en http://dearq.uniandes.edu.co/sites/default/files/articles/attachments/dearq_07_-_06_obyrne.pdf    
[5] Charum Bayaz, “Itinerario interior,” 74.
[6] Philip Weiss Salas, 1 + 1 +2 = uno: forma y figura en el edificio Herrmann de Guillermo Bermúdez (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de artes, 2008), 44.
[7] O’Byrne Orozco, “La casa Bermúdez-Samper.”
[8] Haciendo referencia a la etapa de asimilación consciente, en la que también se nombra a Guillermo Bermúdez. Silvia Arango, Historia de la Arquitectura en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1989), 230.
[9] O’Byrne Orozco, “La casa Bermúdez-Samper.”
[10] Charum Bayaz, “Itinerario interior,” 43.
[11] O’Byrne Orozco, “La casa Bermúdez-Samper.”
[12] Arango, Historia de la Arquitectura en Colombia.
[13] Arango, Historia de la Arquitectura en Colombia, 209.
[14] Bright Samper, “La construcción de la intimidad,” 111.
[15] Arango, Historia de la Arquitectura en Colombia, 177.
[16] Arango, Historia de la Arquitectura en Colombia, 221.
[17] Arango, Historia de la Arquitectura en Colombia, 223.
[18] Arango, Historia de la Arquitectura en Colombia, 223.
[19] Arango, Historia de la Arquitectura en Colombia, 223-5.
[20] Le Corbusier, “Hacia una arquitectura,” citado por Christian Norberg–Schulz, en Los Principios de la Arquitectura Moderna: Sobre la nueva tradición del siglo XX (Barcelona: Editorial Reverté, S. A., 2005), 17.
[21] Refiriéndose a los conjuntos de vivienda producto del urbanismo científico. Arango, Historia de la Arquitectura en Colombia, 214.
[22] Norberg–Schulz, “Los Principios de la Arquitectura Moderna,” 33.
[23] Walter Gropius citado por Leonardo Benevolo, en historia de la arquitectura moderna, trad. Mariuccia Galfetti, Juan Díaz de Atauri, Anna Maria Pujol i Puigvehí y Joan Giner (Barcelona. Editorial Gustavo Gili, S.A., 1987), 543.
[24] Benévolo, historia de la arquitectura moderna, 1102.
[25] Sigfried Giedion, Espacio, Tiempo y Arquitectura (el futuro de una nueva tradición) (Barcelona: Hoepli, S. L., 1955), 791.







FIGURA 1: Las necesidades de la ciudad industrial

Tomado de: Proa 7, mayo de 1947.
 
FIGURA 2: “Fotografía del núcleo central con gran angular que permite ver los cuatro espacios que acogen la cubierta (salón, comedor, biblioteca y vestíbulo), publicada en Montenegro y Niño Murcia, Vivienda de Guillermo Bermúdez. Fotografía de Carlos Niño Murcia”.

Tomada a su vez de: http://dearq.uniandes.edu.co/sites/default/files/articles/attachments/dearq_07_-_06_obyrne.pdf 16/11/13

FIGURA 3: La habitación principal

Tomada de: Fernando Montenegro Lizarralde y Carlos Niño Murcia, Vivienda de Guillermo Bermúdez (Colombia: ESCALA LTDA.). Fotografía de Carlos Niño Murcia.

FIGURA 4: “Fotografía de los dueños de casa: Graciela Samper y Guillermo Bermúdez en el salón de su casa, Archivo Bermúdez (Propiedad de El Tiempo, archivo. 15 de sept. 1964)”.

Tomada a su vez de: http://dearq.uniandes.edu.co/sites/default/files/articles/attachments/dearq_07_-_06_obyrne.pdf 16/11/13

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