Nicolás
Moreno Romero, 1032467316
Casa
Bermúdez-Samper, Bogotá. 1952-1960, Guillermo Bermúdez Umaña
SOBRE
UNA OBRA, SU ARQUITECTO Y SU CONTEXTO:
ANÁLISIS
DE LAS IDEAS PRESENTES EN LA CASA BERMÚDEZ Y SU POSICIÓN HISTÓRICA
La
arquitectura moderna tiene múltiples manifestaciones, este texto busca analizar
una de ellas. Se trata del “Estilo Internacional” y su acogida en Colombia, entendida
a partir de una obra: La Casa Bermúdez del arquitecto Guillermo Bermúdez Umaña
construida en Bogotá durante los años 50. El objetivo primordial es el de
descubrir ¿Cuál es el aporte que Guillermo Bermúdez - a través de la Casa
Bermúdez - ha hecho a la historia de la arquitectura moderna y al concepto del
habitar moderno específicamente en nuestro país? Lo cual se buscará resolver a partir del estudio
de la casa. Apoyados en las opiniones que se han difundido sobre ésta, y en sus
características, se intentarán hallar las ideas que se encuentran tras su
construcción. “Saber por qué se construye, cuál es el significado original de
esta acción”[1]
se convertirá en la pregunta fundamental de la primera parte del texto.
Posteriormente, y habiendo esclarecido estas ideas, se contrapondrán a las que
han sido divulgadas por los historiadores, con el fin de tener una visión suficientemente
amplia de la cuestión y, así, tener la posibilidad de sacar conclusiones
acertadas.
Se
pasará, entonces, a realizar el análisis de la casa, el cual se propone elaborar
a partir de un recorrido de carácter imaginario. Un recorrido, previsto por el arquitecto en el momento de diseño, que
es a la vez una acción desarrollada en el tiempo y en
el espacio. La casa pasa a ser entendida como un sistema de espacios y de
estructuras temporales imbricados entre sí. Este recorrido no pretende hacerse
a lo largo de toda la casa es, más bien, uno que haremos en torno a los
aspectos que nos interesan por estar relacionados de alguna manera con los
ideales del Movimiento Moderno. Al aproximarnos a la vivienda como sus habitantes
nos es posible examinar cómo responde la arquitectura a las personas para
quienes está diseñada y que son, en últimas, quienes le dan razón de ser; [2]
que en este caso resultan ser el arquitecto y su familia. Lo que nos confiere
una visión doble sobre este: Sobre cómo entiende el concepto de casa y sobre
cómo se estructura su idea propia de habitar.
La
casa comienza en la calle, o mejor, en el punto donde esta termina. Es desde
allí que se nos presenta una primera imagen del conjunto. Podemos observar un antejardín,
el espacio para el parqueo de un auto, la entrada, cubierta por un pórtico; y
la fachada occidental, por la cual se realiza el acceso. Al ingresar nos
encontramos en el espacio principal de la casa, el salón. Es un espacio de
doble altura cubierto con bóvedas que mira hacia el jardín posterior. Este
espacio nos recuerda a los que usualmente diseñaba Le Corbusier. Sin embargo
notamos también una diferencia: en las casas de Le Corbusier los espacios que
se ubican en el segundo nivel se comunican con este, cosa que no sucede aquí. Notamos
ya un contraste. El espacio en la casa Bermúdez no parece ser, desde este punto
de vista, una “sala panóptica”.[3] La
importancia de la vida privada no se degrada, tampoco la de la vida social, y los
espacios en los que estas se desenvuelven no se comunican directamente. La casa
es una composición de partes que establecen relaciones y, en este, caso no se genera
una disolución en los límites de las partes.
Aquí
notamos una característica particular: La calidad espacial del recinto en el
que nos encontramos. Dependiendo de la hora del día veremos entrar la luz solar
por el oriente o el occidente, los reflejos y las sombras que se producen nos
dan una idea del ambiente que quería crear el arquitecto en este espacio. La
sala es “acogedora y cálida”[4].
Si la contraponemos a otra visión podemos sacar un apunte importante: se trata
del modelo de casa positivista que ha sido caricaturizada por Jacques Tati en
la película “Mon Oncle;” habitada por
la familia Arpel; y que Iñaki Ábalos recoge en su libro La buena vida: Visita guiada a las casa de la modernidad. En
contraposición a la descripción que hace María Cecilia O’Byrne, “veamos ahora
cómo enseña la casa la señora Arpel a sus vecinas, con qué orgullo explica lo
‘funcional’ que es su aprovechamiento – ‘es muy práctico, todo se comunica […]
las habitaciones están bien orientadas, todas dan al jardín’-.”[5] La
casa Bermúdez también tiene un aprovechamiento funcional del espacio, sus
habitaciones también se encuentran correctamente orientadas, la mayoría de
espacios dan al jardín. Aquí aparecen similitudes importantes y, sin embargo, observaremos ciertas
diferencias.
Pasemos
Ahora a revisar los espacios en el segundo nivel. Aquí encontramos dos
habitaciones y un baño. Las habitaciones no se comunican entre sí. Cada una
tiene una ventana hacia el exterior, bien sea hacia el oriente o el occidente. En
los planos podemos ver algo del mobiliario que se plantea para la casa. En las
habitaciones se encuentran: para los padres una cama doble junto con dos mesas
de noche y un armario. Para los hijos dos camas entre las que se encuentra la
ventana y, aparte, un reducido armario. Este trato del espacio podría asociarse
a los experimentos realizados para la “vivienda mínima”.
Si
nos dirigimos a la zona de servicios que se encuentra bajo los dormitorios,
veremos también espacios muy reducidos para la cocina y para la habitación del
servicio. Lo que presentíamos anteriormente se hace aquí evidente. Esta casa es,
sin duda, una incursión dentro del terreno de la habitación mínima. A esto se suma otra
característica particular. En los costados norte y sur existen muros totalmente
cerrados, aparece la idea de la repetición en hilera. La casa no se repitió, sin
embargo, las características antes mencionas nos dejan entrever que esta era la
intención.
Antes
de seguir nuestro recorrido se hace necesario precisar un aspecto: la casa que
visitamos se construyó por etapas. Primero el volumen principal, en el que
encontramos el salón, los espacios para servicios y los espacios para dormir
que hemos visitado antes. Además de este se encontraban, en la primera etapa de
la casa, el espacio para la entrada y el jardín. Luego se expande el lote hacia
el costado sur, en donde se construye un nuevo dormitorio, que pasa a ser el
principal, y un estudio. Por último se amplía el área de servicios. Se
transformó de ésta manera la percepción del conjunto: Ya no es un volumen
compacto, ha tomado una forma irregular
que se extiende hacia el jardín. Este último también cambia. Inicialmente era
considerado como la extensión del espacio interior, pero pasa a ser su razón de
ser. La unidad entre construcción y naturaleza se ha tornado indispensable.
El desarrollo de la casa va ligado al desarrollo de la idea de la
casa. Por esto es importante analizarlo. La habitación reciente es más amplia
que las construidas anteriormente, la relación con el jardín se hace más
evidente, la aparición de un nuevo espacio junto a esta, una pequeña sala con
chimenea, hace que el conjunto se enriquezca compositivamente. Lo que antes era
un único volumen es ahora una estructura más compleja. Esta nueva concepción
del dormitorio podría ser explicada a partir del contexto. Weiss Salas hace un
recuento de los referentes bibliográficos que Bermúdez usaba y encuentra “un
grupo de revistas que representa una corriente importante de posguerra,
consignada en publicaciones como Domus, Casabella, Zodiac y Urbanística, las
cuales se proponen un replanteamiento de los principios de la arquitectura
moderna fundamentado en la introducción de las tradiciones locales, del trabajo
del artesano y de las expresiones de folclor, todo esto mediado, como es
natural, por la visión moderna representada en la forma de vivir y en el
resurgimiento de la producción de la industria.”[6]
Esta nueva visión que, como apunta María Cecilia O’Byrne, está más influenciada
por Aalto que por Le Corbusier;[7]
definirá el carácter de la obra posterior de Guillermo Bermúdez en la que se
observará una "asimilación de corrientes
internacionales más amplias y diversas.”[8]
Por
último queda recorrer el, ya tan mencionado, jardín. Luego de salir y haber
experimentado el interior de la casa nos dirigimos a éste, su “telón de fondo”.[9]
Allí vemos una cuidadosa puesta en escena de varios elementos, realizada por la
esposa del arquitecto, Graciela Samper, quien igualmente estudió arquitectura.
En nuestra visita imaginaria nos encontraríamos con frondosos árboles que no
siempre estuvieron ahí. En lo que
anteriormente era un “jardín que cubría un plano horizontal”, “la vegetación se
levanta y (…) se hace más plástica y ‘tropical’”[10],
quitándole, de esta manera, el papel a los cerros de ser ese “telón de fondo”;
para pasar a ser los protagonistas del renovado “equilibrio entre naturaleza y
artificio”[11]
que nos ha acompañado durante toda la visita. El jardín es juez y testigo de
nuestras acciones. Tal vez sea ésta la razón por la que el espacio principal ha
sido llamado “sala panóptica”. Esta relación de vigilancia no se da hacia las
habitaciones, se da hacia y desde el jardín.
Terminando
de esta manera nuestra visita, de la cual hemos sacado apuntes importantes, nos
propondremos, ahora, relacionarlos con el contexto en el que surgen, para así
descubrir en qué medida las características que hemos repasado pueden
constituir un aporte a la arquitectura y al sentido de habitar modernos. Si
retomamos estas características y las contraponemos a un libro específico: Historia de la Arquitectura en Colombia[12],
podremos ser capaces de entender el aporte en su debido contexto.
El
periodo en el que nos interesa centrarnos, el del Movimiento Moderno, tiene su
propia historia. En Colombia la industrialización demoró más tiempo en aparecer,
y por lo tanto en mostrar sus síntomas, que en Europa. A partir de los años 30
comienzan a verse ciertos indicios de su llegada, y sólo a partir de los años
40 se habla de una primera apropiación
del Movimiento Moderno en nuestro contexto, fase que se prolongaría por dos
décadas, abarcando, así, a la obra motivo del presente estudio. Revisando este
contexto, ya más específico que sólo hablar del “Estilo Internacional” o del
Movimiento Moderno, podemos ubicar mejor nuestra obra en el tiempo. Esta
primera fase de asimilación ha sido nombrada “los
alardes de la técnica” coincidiendo con la característica principal del “Estilo
internacional” que “fue la de privilegiar la eficiencia constructiva sobre
cualquier otra consideración".[13]
De
esta manera ya podemos ubicar a la Casa Bermúdez en su entorno. Sin embargo
cabe hacer una anotación adicional, esta vez sobre el arquitecto. Guillermo
Bermúdez ha sido conocido por la calidad constructiva de sus edificaciones, sin
embargo esta podría ser una “aproximación reductiva”; “ya que desde un
perspectiva meramente funcional o técnico- constructiva, es difícil retratar
una atmósfera, aquello que emociona de la arquitectura de Bermúdez”[14]; que
es, sin duda, lo que le ha valido un lugar importante en la historia.
Para
resolver el interrogante del aporte debemos adentrarnos aún más en el contexto.
Siguiendo con el libro citado de Silvia Arango, encontramos una observación valiosa.
“En los años 30 la vivienda se erige como la necesidad sentida más urgente por
parte de todos los sectores sociales.” Entonces “la pregunta sobre cuál es la
vivienda adecuada se convierte en una cuestión crucial;”[15] Sin
embargo, es sólo en los 50 que se “entroniza la visión estandarizada de un
‘tipo’ ideal de vivienda”, “una vez aceptadas socialmente la idea de
privatización, la de la nueva familia nucleada y la creencia de que la
arquitectura debe responder a las ‘necesidades básicas’ propugnadas por el CIAM:
Espacio social, espacio de servicios y espacio de dormir, con minimización del
área de circulación y de todo lugar que no poseyera un uso definido.”[16]
En esta época la vivienda se ve como un
problema a resolver y, partiendo de que “todo problema bien planteado debe
llevar a una solución correcta”, se adoptó un método para diseñarla: “Es un
proceso que se desenvuelve en una secuencia lineal, que se inicia con la
adopción de un programa funcional de áreas y de un sistema constructivo. A
partir de estas escogencias previas (recordemos que en periodos anteriores la
decisión previa era la del estilo), se racionaliza la distribución del programa
dentro de un juego limitado de variaciones posibles y se adecúa a las
características de un terreno o lote específico. Las decisiones sobre la
composición de la fachada son normalmente posteriores a las decisiones en
planta, de la que son reflejo; allí se aplican elementos identificadores del
lenguaje codificado de la modernidad." [17]
Este
proceso se adoptó en la vivienda masiva, pero también en las casas propias de
los arquitectos que son los “ejemplos paradigmáticos de los ideales
arquitectónicos”.[18]
De entre estos ejemplos paradigmáticos la historiadora resalta a la casa
Bermúdez y a la casa de Rafael Obregón de 1955. La primera es descrita de la
siguiente manera: “cubierta con bóvedas aligeradas, pero con una notable
elaboración del espacio interno dentro de una estricta sencillez”[19].
Después
de haber llegado del análisis del contexto a las características de la casa,
que constituyen el punto desde donde partimos, y, habiendo tomado toda la
información que se cree pertinente; damos por terminada la revisión del primero.
Pasaremos ahora a resolver, con toda la información que hemos acumulado, el
interrogante principal del presente ensayo.
Si
queremos resolver esta cuestión debemos hacer más clara la pregunta, ya que la
manera como se ha planteado resulta un tanto ambigua. Para esto intentaremos
definir la palabra aporte. En el Diccionario de la Real Academia Española se le
define como: Contribución, participación, ayuda. Y esta palabra, contribuir, a
su vez como: Ayudar y concurrir con otros al logro de algún fin. Surge,
entonces, la siguiente pregunta, que es una reformulación de la inicial: ¿De
qué manera contribuye Guillermo Bermúdez a la realización de un objetivo? Este
objetivo se debe relacionar, inevitablemente, con el del Movimiento Moderno, el
cual, como ya sabemos, era el de reemplazar la ciudad antigua. Pero ¿Cómo
contribuye a eso Guillermo Bermúdez? La nueva ciudad del Movimiento Moderno no
parte desde otro punto que desde la casa. Es en esta construcción en la primera
en que se deben “revisar los valores y los elementos constitutivos”.[20] La casa Bermúdez es,
entonces, el modelo de “una unidad
‘tipo’ considerada como ‘la solución’ y por ello destinada a ser repetida como
un sello”.[21]
Este es su aporte a la arquitectura moderna, más específicamente al Movimiento
Moderno, el de ser una unidad desde donde pueda partir la nueva y mejorada
ciudad.
Pasemos ahora a la otra parte del interrogante principal, ¿cuál ha
sido el aporte del arquitecto al sentido de
habitar moderno en nuestro contexto? Teniendo en cuenta que “el espacio
y la forma visualizan el modo que tiene el hombre de entender el mundo como un
espacio vivido en un momento concreto”,[22]
podemos analizar, a partir de las características que hemos mencionado de la
casa, qué manera de habitar proponía el arquitecto, tomándola como su aporte. Retomando
la idea de vivienda mínima cuyo “problema a ser resuelto” definía Gropius como:
“establecer el mínimo elemental de espacio, aire, luz y calor que el hombre
necesita para poder desarrollar sus funciones vitales, sin limitaciones debidas
a la vivienda misma, es decir un mínimo modus vivendi; en vez de un modus non
moriendi”;[23]
nos damos cuenta de lo acertada que fue la interpretación de Bermúdez. Teniendo
en cuenta el camino que ha venido tomando la vivienda mínima, en donde “de hecho la tasa de beneficio
especulativo en las transacciones es mucho más elevada que la tasa de beneficio
empresarial en la construcción de los edificios, hasta el punto de que esta
última sea irrelevante; la construcción es ante todo un expediente para
monetizar el valor potencial de un terreno, y poco importa si está bien o mal
proyectada y ejecutada. El cliente busca un resultado distinto, y el usuario
solo debe ser inducido a ocupar de alguna manera el edificio acabado”;[24]
Nos damos cuenta de que lo más importante en esta casa ha sido el acto de
planear toda una “coreografía” que nos permite disfrutar de la acción de
habitar
La Casa Bermúdez fue una alternativa, en su
época, para las malas condiciones de alojamiento y lo sigue siendo hoy en día.
Para concluir, me gustaría dejar esta frase de Giedion que es útil para el
contexto del arquitecto y su obra así como para el nuestro, como arquitectos: "la
ciencia y el arte, lo mismo cuando exploran lo ignoto que cuando se anticipan
al futuro, reflejan su nivel real, la verdadera esencia de nuestro tiempo.
Representan las auténticas fuerzas morales, las que hablarán por nosotros a las
generaciones futuras, cuando el horror del mundo exterior actual se haya
desvanecido."[25]
BIBLIOGRAFÍA
Ábalos,
Iñaki. La Buena Vida: Visita guiada a las
casa de la modernidad. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S. L., 2000.
Benevolo,
Leonardo. Historia de la Arquitectura
Moderna. Traducido por Mariuccia
Galfetti, Juan Díaz de Atauri, Anna Maria Pujol i Puigvehí y Joan Giner.
Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S.A., 1987.
Bright Samper, Pedro Juan. La construcción de la intimidad: casas de
Guillermo Bermúdez Umaña 1952 – 1971. Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia. Facultad de artes, 2006.
Giedion, Sigfried.
Espacio, Tiempo y Arquitectura (el futuro
de una nueva tradición). Barcelona: Hoepli, S. L., 1955.
Norberg–Schulz,
Christian. Los Principios de la
Arquitectura Moderna: Sobre la nueva tradición del siglo XX. Barcelona:
Editorial Reverté, S. A., 2005.
O’Byrne Orozco, María Cecilia. La casa
Bermúdez-Samper, 1952-1960. Noviembre 5, 2010 [citado el 16 de junio 2014]
Universidad de los Andes: disponible en
http://dearq.uniandes.edu.co/sites/default/files/articles/attachments/dearq_07_-_06_obyrne.pdf
Weiss
Salas, Philip. 1 + 1 +2 = uno: forma y
figura en el edificio Herrmann de Guillermo Bermúdez. Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia. Facultad de artes, 2008.
[1] Iñaki Ábalos, La Buena Vida:
Visita guiada a las casa de la modernidad (Barcelona: Editorial Gustavo Gili,
S. L., 2000), 46.
[3] Memet Charum Bayaz, Itinerario Interior: El espacio doméstico en la arquitectura de
Guillermo Bermúdez (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de
artes, 2009), 137.
[4] María Cecilia O’Byrne Orozco, “La casa Bermúdez-Samper, 1952-1960,”
(noviembre 5, 2010 [citado el 16 de junio 2014] Universidad de los Andes):
disponible en http://dearq.uniandes.edu.co/sites/default/files/articles/attachments/dearq_07_-_06_obyrne.pdf
[5] Charum Bayaz, “Itinerario interior,” 74.
[6] Philip Weiss Salas, 1 + 1 +2
= uno: forma y figura en el edificio Herrmann de Guillermo Bermúdez (Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia. Facultad de artes, 2008), 44.
[7] O’Byrne Orozco, “La casa Bermúdez-Samper.”
[8] Haciendo referencia a la etapa de asimilación consciente, en la que
también se nombra a Guillermo Bermúdez. Silvia Arango, Historia de la
Arquitectura en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1989),
230.
[9] O’Byrne Orozco, “La casa Bermúdez-Samper.”
[10] Charum Bayaz, “Itinerario interior,” 43.
[11] O’Byrne Orozco, “La casa Bermúdez-Samper.”
[12] Arango, Historia de la Arquitectura en
Colombia.
[13] Arango, Historia de la Arquitectura en
Colombia, 209.
[14] Bright Samper, “La
construcción de la intimidad,” 111.
[15] Arango, Historia de la Arquitectura en
Colombia, 177.
[16] Arango, Historia de la Arquitectura en
Colombia, 221.
[17] Arango, Historia de la Arquitectura en
Colombia, 223.
[18] Arango, Historia de la Arquitectura en
Colombia, 223.
[19] Arango, Historia de la Arquitectura en
Colombia, 223-5.
[20] Le Corbusier, “Hacia una arquitectura,” citado por Christian
Norberg–Schulz, en Los Principios de la
Arquitectura Moderna: Sobre la nueva tradición del siglo XX (Barcelona:
Editorial Reverté, S. A., 2005), 17.
[21] Refiriéndose a los conjuntos de vivienda producto del urbanismo
científico. Arango, Historia de la Arquitectura en
Colombia, 214.
[22] Norberg–Schulz, “Los Principios de la Arquitectura Moderna,” 33.
[23] Walter Gropius citado por Leonardo Benevolo, en historia de
la arquitectura moderna, trad. Mariuccia Galfetti, Juan Díaz de Atauri,
Anna Maria Pujol i Puigvehí y Joan Giner (Barcelona. Editorial Gustavo Gili,
S.A., 1987), 543.
[24] Benévolo, historia de la arquitectura moderna,
1102.
[25] Sigfried Giedion, Espacio,
Tiempo y Arquitectura (el futuro de una nueva tradición) (Barcelona:
Hoepli, S. L., 1955), 791.
FIGURA 1:
Las necesidades de la ciudad industrial
Tomado
de: Proa 7, mayo de 1947.
FIGURA 2: “Fotografía
del núcleo central con gran angular que permite ver los cuatro espacios que
acogen la cubierta (salón, comedor, biblioteca y vestíbulo), publicada en
Montenegro y Niño Murcia, Vivienda de Guillermo Bermúdez. Fotografía de Carlos
Niño Murcia”.
Tomada
a su vez de: http://dearq.uniandes.edu.co/sites/default/files/articles/attachments/dearq_07_-_06_obyrne.pdf
16/11/13
FIGURA 3:
La habitación principal
Tomada
de: Fernando Montenegro Lizarralde y Carlos Niño Murcia, Vivienda de Guillermo Bermúdez (Colombia: ESCALA LTDA.). Fotografía
de Carlos Niño Murcia.
FIGURA 4:
“Fotografía de los dueños de casa: Graciela Samper y Guillermo Bermúdez en el
salón de su casa, Archivo Bermúdez (Propiedad de El Tiempo, archivo. 15 de
sept. 1964)”.
Tomada
a su vez de:
http://dearq.uniandes.edu.co/sites/default/files/articles/attachments/dearq_07_-_06_obyrne.pdf
16/11/13
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